El debate político que marcará el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea
El sucesor del primer ministro David Cameron, a definirse en octubre, deberá liderar el diálogo.
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Para mañana está agendada la primera reunión de los 28 países que conforman la Unión Europea, desde que el Reino Unido votara por abandonar el bloque. En el encuentro, el primer ministro británico David Cameron entregará los resultados del referendo de la semana pasada y el bloque analizará las condiciones del divorcio, una situación inédita para la entidad en sus 65 años de historia. También discutirá el futuro de la UE, que podría ver a más países plebiscitando su permanencia.
El premier llegará a Bruselas con una imagen debilitada luego de que, tras cuatro meses de campaña intensa, anunciara su salida del cargo en octubre tras no poder frenar el Brexit.
Sin embargo, el premier no será quien lidere las negociaciones, que, según el Artículo 50 del tratado de la UE, durarán dos años. Lo hará su sucesor, a quien elegirá el Partido Conservador británico en octubre.
Los diálogos deben determinar el tipo de relación que el Reino Unido tendrá con la Unión Europea, con la que comercia US$ 575 mil millones cada año. En el centro de esa discusión está el acceso al mercado único de Europa, con un valor de US$ 13,6 billones.
Nueva relación
En el escenario actual, hay al menos tres modelos de relación comercial entre la UE y países que no son miembros.
Noruega, por ejemplo, tiene acceso al mercado único y participa en el movimiento libre de trabajadores, pero carece de influencia en las decisiones del bloque. Bajo esa opción, el Reino Unido tendría que seguir contribuyendo al presupuesto de la unión, lo que no agradaría a un sector de los conservadores y el partido de derecha extrema UKIP, que defendieron el Brexit.
Un segundo modelo es el de Canadá, que significa una negociación particular de los aranceles comerciales. El país norteamericano lleva siete años negociando un acuerdo.
La opción más radical sería mantener una relación bajo las reglas de la Organización Mundial de Comercio, como Brasil o Rusia. Con ello, el Reino Unido no tendría un acceso favorable al mercado.
El quiebre de la unión
El miedo al efecto dominó se reactivó una vez que se conoció que 17 millones de británicos optaron por salir de la UE.
En Francia, la líder del Frente Nacional (de extrema derecha), Marie Le Pen, expresó en redes sociales que “necesitamos el mismo referendo en Francia y en otros países”. Su mensaje resonó en países como Alemania, Dinamarca, y Finlandia, donde sectores políticos han pedido una votación. En Holanda, el líder anti inmigración Geert Wilders llamó a someter la membresía en la UE a una consulta. “Queremos estar a cargo de nuestro país, nuestro dinero, nuestras fronteras y nuestra política de inmigración”, dijo Wilders, quien lidera las encuestas previas a la elección de primer ministro en marzo.
Las rupturas políticas no afectan sólo a Europa, sino también internamente al Reino Unido. Escocia e Irlanda del Norte, dos territorios que han discutido su permanencia en la unión británica, querían mantenerse en la UE.
“Escocia se enfrenta a la posibilidad de ser sacada de la UE en contra de nuestra voluntad”, dijo el viernes la premier del país, Nicola Sturgeon, quien agregó que un nuevo referendo -menos de dos años después del último- está “sobre la mesa”.
En Irlanda del Norte, el partido Sinn Fein insistió en un llamado a reunificar la isla, dividida desde 1921.
Posibles herederos
En octubre, cuando el Partido Conservador elija a un nuevo premier, lo hará dividido entre quienes apoyaron la salida del bloque y quienes compartieron la batalla con Cameron.
Entre los primeros está el ex alcalde de Londres Boris Johnson, quien, a diferencia de otros líderes de la campaña por “Salir”, no ha enfrentado acusaciones de xenofobia o racismo.
En el segundo grupo están el ministro de Hacienda de Cameron, George Osborne; la ministra del Interior, Theresa May (quien tuvo una opinión más conciliadora); Michael Gove, secretario de Educación y el secretario de Trabajo, Stephen Crabb.
La última palabra la tendrá el seno del partido, que, con mayoría en el Parlamento, deberá escoger a la persona que dibuje la nueva relación del Reino Unido con el viejo continente.