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Estudiantes aprenden claves del éxito en primer Encuentro de Universitarios

Las claves, experiencias y enseñanzas para emprender una empresa exitosa en la actualidad, fueron los temas del primer Encuentro de Universitarios...

Por: | Publicado: Martes 12 de agosto de 2008 a las 05:00 hrs.
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Las claves, experiencias y enseñanzas para emprender una empresa exitosa en la actualidad, fueron los temas del primer Encuentro de Universitarios “Cómo liderar en el Siglo XXI”, organizado por Diario Financiero. La jornada tuvo de expositores a tres reconocidos empresarios dueños de exitosas compañías en distintas etapas de maduración. Andrés Navarro, Wenceslao Casares y Ari Wurmann entregaron a los cerca de 800 jóvenes asistentes de distintas casas universitarias, las claves sobre el camino que recorrieron para llegar al éxito.


Las tres intervenciones se basaron principalmente en la perseverancia y proactividad a la hora de emprender una idea. También destacaron la importancia de aprender de los fracasos y en delegar responsabilidades a un grupo de trabajo consolidado.


Asimismo, coincidieron en una clara invitación al emprendimiento para los jóvenes presentes, basada en la confianza de quien produce y crea una iniciativa, y no sólo a la hora de buscar financiamiento para la empresa, sino que también a la hora de concretar la misma.


En la jornada, además, se entregó por primera vez el premio “Jóvenes Emprendedores” para cinco distintas categorías.

 

“El fracaso es como rasparse una rodilla” 

Andrés Navarro, presidente de Sonda

 

A 34 años de haber fundado Sonda, Andrés Navarro, su presidente, está convencido de que su fórmula para salir adelante con un proyecto propio sigue intacta: compromiso, entusiasmo y sinceridad.

No fue lo único que compartió con los universitarios que asistieron ayer al seminario “¿Cómo liderar en el Siglo XXI?”, organizado por Diario Financiero.

A su juicio, un factor que no puede obviar ningún emprendedor es la posibilidad de fracaso.

“El fracaso es como rasparse una rodilla. Nunca hay que olvidar que se trata de una herida superficial”, advirtió.

Como le ocurre a todo el mundo, Navarro reconoció que cuando inició su empresa apenas podía controlar los nervios a la hora de entrevistarse con eventuales inversionistas. Sin embargo, como tenía claro que poseía una buena idea en carpeta, venció sus miedos y consiguió el apoyo de Copec, que fue un impulsor decisivo en el desarrollo de la iniciativa.

Comenzaba la década de los setenta y en un país con un escenario político muy complejo, Navarro, recién egresado de la Universidad Católica, golpeaba puertas para obtener nada menos que un millón de dólares, cuando, con suerte y una buena trayectoria como respaldo, un gerente general ganaba mil dólares.

“En ese tiempo descubrí que cuando se entrevista a un joven, lo que más se evalúa es la persona. Uno se fija en su compromiso y su capacidad. Un gestor de clase A con un proyecto de clase B, vale más que un gestor de clase B con una iniciativa de clase A. Es mejor llegar sin Power Point, porque eso sirve para esconderse y cuesta más evaluar a la persona que está en frente”, explicó Navarro.

El empresario destacó además que el gran secreto para tener éxito en los negocios es desarrollar un liderazgo humilde, capaz de entusiasmar a quienes acompañan en la aventura.

“Hay que dejar que los colaboradores también metan los goles. Superado cierto nivel de ingreso, todo el mundo necesita reconociemiento. No hay peor líder que el que no delega responsabilidades y tareas, porque, de lo contrario, no se forman lazos humanos verdaderos. Es muy complejo que una sola persona sea capaz de ver todo”, aconsejó.

Agregó que “el camino es buscar en general el crecimiento humano, de trabajar con entusiasmo, pasarlo bien”.

Andrés Navarro fundó a los 24 años, junto a sus hermanos, la Sociedad Nacional de Procesamiento de Datos (Sonda), empresa que se ha convertido en la principal compañía latinoamericana de servicios de tecnologías de la información, con gran experiencias en proyectos de integración de sistemas.

 

 

“Pasé de la nada, toqué el cielo y luego volví a la nada”

Wenceslao Casares

 

El primer computador que vio Wenceslao Casares en su infancia en la Patagonia argentina, fue uno que fabricó su padre, por lo que se puede concluir que su interés por la tecnología tiene mucho que ver con la genética.

Ese “bichito” familiar dio frutos mundialmente conocidos en 2000, año en que vendió el 75% de su empresa Patagon en US$ 580 millones a Banco Santander Central Hispano.

“Mi familia se comunicaba con radio y mi papá era radioaficionado, así se interesó por la electrónica y después hizo el computador, lo que me ayudó mucho”, recordó Casares.

El empresario destacó que, a diferencia de lo que ocurría hace diez años, hoy, cuando alguien presenta un proyecto, ya no importa su procedencia.

“Si uno entraba antes a una empresa grande a presentar una solución, si era buena y tenía sentido, de inmediato preguntaban desde donde se daría el servicio. Si decía Chile, hasta ahí no más llegaba. Ahora ni preguntan de donde viene el producto o el servicio”, señaló ante un auditorio compuesto por más de 800 estudiantes universitarios.

Casares hizo un llamado a los jóvenes a perder el miedo a enfrentar nuevos desafíos, recordando su propio paso universitario en Buenos Aires.

“En esa época descubrí internet y averigüé cómo podía venderse. Me fue muy bien. Pasé de la nada, toqué el cielo y después volví a la nada. Esa primera empresa duró tres años y cuando la perdí estuve muy deprimido. Sin embargo, no me desanimé y tomé el desafío de seguir en el negocio de internet porque cambiaría el mundo”, indicó.

Casares es también fundador de Wanako Games. Como una forma de alentar la creatividad en los jóvenes, explicó que el 50% de los videojuegos corresponde a una forma de arte que, puntualmente, abunda en Latinoamérica.

Actualmente, este empresario también es CEO de Merk, sociedad que se dedica a las inversiones en variados rubros y que tiene sede en Chile. Además, fundó el Lemon Bank en junio de 2002.

 

“Es importante saber formar equipos y darles la importancia merecida”

Ari Wurmann, Dueño de la cadena de hot dog Franktitude

El empresario contó cómo encontró su nicho con distintas variedades del típico sandwich.

El fundador de Patagon y Wanako Games llamó a los estudiantes que desean emprender a perder el miedo a enfrentar nuevos desafíos.

 

Ari Wurmann se enteró que había salido en la portada de The Wall Street Journal camino a dejar a su hijo al colegio.

El chileno que ha sido capaz de convencer a los estadounidenses que a los hot dog se les puede echar más que mostaza y ketchup, compró 20 ejemplares del periódico sólo por la emoción de ver reconocida su idea.

Su cadena Franktitude, donde incluso hay “completos” de salmón ha sido destacada por varios medios. Esa experiencia, que hoy se ve consolidada, le dio varios dolores de cabeza al joven empresario, quien, con humor, admitió ante la concurrencia universitaria que también tenía más pelo cuando inició su “propio sueño americano”.

Al igual que el presidente de Sonda, Andrés Navarro, Wurmann advirtió que todo emprendedor debe entender que la posibilidad de fracaso es algo permanente y no queda nada más que estar preparado para pararse lo antes posible.

“En Chile está estigmatizado el fracaso. En Estados Unidos está más premiado. Emprender es intentar, buscar oportunidades y levantarse cada vez que las cosas no salen como uno espera”, señaló.

Wurmann expuso que otro elemento determinante es formar buenos equipos. “No todo es tan bonito y fácil. De hecho, nosotros partimos con cinco locales y tuvimos que cerrar dos. En esos momentos, es muy importante contar con un muy buen equipo. Si no sé algo o no tengo la suficiente experiencia, contrato a alguien y le doy a la importancia merecida”, afirmó.

El empresario explicó que no hay que perder la paciencia al momento de buscar un nuevo nicho. Dijo que “de otra manera no hubiera notado que sólo el 4 de julio, día de la Independencia de Estados Unidos, se comen 150 millones de hot dog en ese país”.

En 2005, mientras cursaba un MBA en el Babson College de Boston, Wurmann se percató que, en la cuna de la comida rápida no existía ninguna cadena que se dedicara completamente al hotdog. Hoy tiene cuatro locales en Miami, los que venden en promedio US$ 400 mil anuales cada uno.

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