Economía y Política

“El balance del gobierno de Sebastián Piñera es precario y se suponía sería de excelencia”

El próximo presidente, dice, debe “gozar de un respaldo ciudadano sustantivo y con el respeto que se merecen todos (...) la única que tiene aquello se llama Michelle Bachelet”.

Por: | Publicado: Martes 6 de marzo de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Rodolfo Carrasco M.


Son jornadas agitadas para el presidente del PS, diputado Osvaldo Andrade, quien por estos días debe multiplicarse para participar en una serie de actividades como las negociaciones para el pacto municipal con el PC, una conferencia con la ministra del Trabajo por un acuerdo sobre las asesoras de hogar, las labores propias de su distrito, como timonel del PS y, la labor legislativa que partió este semana.

En medio de esa dinámica recibe a DF ad portas de la conmemoración de la mitad del gobierno de Sebastián Piñera, donde analiza la denominada “nueva forma de gobernar” que patentó la actual administración, estableciendo que “fueron muchas las expectativas generadas y las promesas no cumplidas”.

- ¿Qué evaluación tiene al cumplirse dos años del gobierno de Sebastián Piñera?

- Si hubiese que conceptualizar el balance de la gestión del actual gobierno, partiendo de la expectativa que generó su elección y de la promesa inicial, claramente es un balance precario. Quizás, la mejor forma de demostrar aquello es que su propio mundo es muy refractario a tener un saldo positivo, la derecha más dura dice que ha sido un gobierno sin ideas propias, la derecha liberal dice que no ha tenido la capacidad de constituirse en una alternativa a la derecha dura y finalmente, buena parte de los adherentes que votaron por él están hoy defraudados. Además, hay un problema de expectativas y uno de promesas. En mi caso, como socialista, no tenía muchas expectativas y lo dije antes, que este iba a ser un gobierno de sesgo empresarial con los vicios y virtudes que tiene y creo que no me equivoqué. Para sus propios adherentes hay un sentimiento de defraudación y quien expresa mejor esa situación es que dos tercios de los chilenos tienen, respecto del presidente Piñera y de su gobierno, una imagen de incredulidad y desconfianza que se manifiesta en todas las encuestas.

- ¿Pero en el gobierno sostienen que han cumplido con lo prometido?

- Desde las promesas uno puede hacer un juicio político más severo. Este fue un gobierno que se presentó y dijo que iba a ser un gobierno de excelencia, un gobierno de los mejores, una nueva forma de gobernar y el propio gobierno a menos de un año se dio cuentas que esa había sido una promesa imposible de cumplir, porque si en un gabinete no hay una noción desde la política es muy difícil que uno ordene adecuadamente a los actores más técnicos, quizás en esto la precariedad más absoluta ha estado en el jefe de gabinete, aunque es un poco injusto decirlo, porque quizás el tema está en el director de la orquesta. Claramente, no ha habido un jefe de gabinete, por eso a poco andar nos encontramos con un cambio en la orientación de la gestión del gobierno en incorporar actores de la política lo que implicó la irrupción absoluta de la UDI en el gabinete. Pero hoy tenemos un nuevo problema y es que a menos de la mitad del gobierno afloraron -quizás su impopularidad y desconfianza- las alternativas de reemplazo. Así es como está integrada en el propio gabinete, la noción del reemplazo y lo que hoy neutraliza al gabinete es que en su interior están los cuatro o cinco presidenciables de la derecha.

- ¿A qué atribuye la efervescencia por demandas sociales que llevaban esperando varios años?

- Porque con todo lo crítico que uno puede ser a los gobiernos de la Concertación, logramos algo importante, cambiamos Chile, desde el punto de vista de un país eminentemente subdesarrollado y uno al borde del desarrollo, pero el desarrollo del país tiene un correlato que es que se ha mantenido la desigualdad, entonces por eso la gente dice si al país le va bien, por qué a mi no. Esto es lo que provoca junto al menosprecio institucional, que aflore mucho la protesta social, y eso no va a terminar salvo que nos pongamos todos de acuerdo en un reenfoque del problema y esto es el acento en la lucha contra la desigualdad y eso implica medidas muy jodidas, porque tiene que ver con la concentración, con las transnacionales, con una reforma tributaria de verdad, con un nuevo código del trabajo...

- ¿El conflicto en Aysén puso en el tapete nuevamente la regionalización?

- En general, para los gobiernos este no es un tema fácil, porque una descentralización para que sea eficaz no solo necesita transferir funciones, sino que también incentivos. Desde el punto de vista del manejo, el gobierno nuevamente comete un error, cuando se creo la matriz del tratamiento de estos temas fue en el tema mapuche, tuvimos una huelga de 70 días y eso se pudo resolver en una semana, el gobierno no aprendió esa lección, luego vinieron los estudiantes y ahora Aysén. Este gobierno no entiende mucho las urgencias y piensa que estas cosas las resuelve solo desde el punto de vista de la autoridad...

“Reforma tributaria, no cambios menores”


- ¿Qué expectativa tiene de la reforma tributaria que prepara el gobierno?

-Si se quiere enfrentar la desigualdad indudablemente que debe ser una reforma tributaria y no cambios menores. Pero tengo pocas expectativas, porque en la matriz del gobierno la concepción que existe es la que señaló el ministro de Economía, en el sentido de que porqué hay conflicto en Aysén si tiene pleno empleo y ha crecido 19%. Si el país crece y hay casi pleno empleo, por qué tendría que haber reforma tributaria en la perspectiva del gobierno, pero lo que el gobierno no entiende que si una región o el país crece en determinado nivel no significa que ese aumento involucre a todos los chilenos, mientras eso persista no creo que haya condiciones para parir una propuesta de reforma tributaria sustantiva, aunque el vocero de gobierno intente decir otra cosa, creo que este tema quedará para el próximo gobierno.

“Orrego, Rincón y Gómez son muy buenos candidatos para 2017”
- Otra definición que se espera es la de la ex presidenta Bachelet para saber si será candidata...
- Lo primero que hay que hacer es configurar un pre-programa que ponga el acento en temas como desigualdad, un Estado más activo, descentralización, eso es un acuerdo de la Concertación, hay que tener un mínimo común programático para que quien finalmente encarne esto tenga la certeza de que esto es lo que exigimos. Eso tenemos que hacerlo lo más amplio posible, porque la Concertación no es suficiente, por eso hay que constituir una mayoría social y política que le dé consistencia y respaldo a este programa, y que al mismo tiempo, garantice tener una mayoría que permita acceder a un triunfo. Cumplidos estos dos elementos, hace sentido discutir quien encarne este proceso, y eso tiene que ocurrir luego de las elecciones municipales. Hasta el momento han señalado que participarán Claudio Orrego, Ximena Rincón y José Antonio Gómez, todos son muy buenos candidatos para 2017 y es bueno que comiencen a mostrarse desde ahora.
- ¿Pero Bachelet tendrá disposición de volver?
- No creo que sea un problema de ganas, aunque eso influye. Estamos en un momento crucial del desarrollo del país, acá tenemos un dilema: o seguimos pensando en el crecimiento o pensamos en el desarrollo. Esto es pasar a una segunda etapa en donde el desarrollo del país se pone como acento y eso implica hacernos cargo de las personas y la desigualdad. Para hacer ese esfuerzo se requiere de una legitimidad política electoral tremenda y en mi opinión la única que da el ancho para eso se llama Michelle Bachelet, sin menospreciar a nadie (...) pero no andamos llamándola todos los días. Se requiere de ese liderazgo, Chile no se sostiene un próximo período con un presidente al cual dos tercios de los chilenos no le creen, así es imposible que un país tenga un proceso de desarrollo. La próxima presidenta tiene que gozar de un respaldo ciudadano sustantivo y con el respeto que merecen todos, la única persona que tiene aquello se llama Michelle Bachelet, no es un problema de gusto, es la realidad.

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