Descubrimiento de nuevas reservas en China impacta sector energético
Sería mayor productor mundial de gas de esquisto, pero aún hay obstáculos.
Por: | Publicado: Lunes 17 de octubre de 2011 a las 05:00 hrs.
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China podría ser el mayor productor mundial de gas de esquisto.
La Administración de Información Energética (EIA) de EEUU señala que hay 1,275 billones de pies cúbicos de gas de esquisto bajo el suelo chino, un 50% más que EEUU, en segundo lugar. Si es así, las reservas chinas de gas de esquisto son 12 veces mayores a sus recursos de gas convencional.
China podría disminuir así su dependencia de energía extranjera y reducir el papel del carbón para la satisfacción de su mayor demanda energética. Sin embargo, hay numerosos obstáculos que superar.
La posibilidad parece al alcance de la mano. China aún no produce el gas, pero su actual plan quinquenal (2011-15) incluye la exploración y desarrollo de gas de esquisto como componente clave. La maquinaria estatal entró en acción: en julio China realizó su primera oferta de bloques del gas, mayormente en el suroeste del país, y se espera que haya más este año.
Las empresas públicas que dominan el sector petrolero (Sinopec, PetroChina y China National Offshore Oil Corp) parecen compartir el entusiasmo oficial. Aunque no sólo tienen motivaciones políticas, sino también comerciales, la producción de gas actualmente sufre mucha incertidumbre, incluidos los precios. Las dificultades en la refinación —por el control oficial la gasolina se vende debajo de su costo de producción— sin duda impulsan su interés en el gas.
Sinopec, que ganó el derecho a explorar un bloque en Chongqing y Guizhou, en el suroeste de China, parece especialmente optimista. “El futuro crecimiento será principalmente de gas no convencional”, afirmó en agosto su presidente, Fu Chengyu. Agregó que 20 pozos en exploración resultaron “mejor a lo esperado”.
Para China, la tecnología extranjera será clave. En 2009, Beijing y Washington firmaron un acuerdo para ayudar a China a cuantificar sus reservas del gas y promover la inversión conjunta.
Preocupaciones
Una de las dudas sobre los planes de China es si habrá suficientes incentivos para las empresas extranjeras. China ha dicho que las firmas locales solicitarán los permisos de exploración y desarrollo de los lugares de producción, tras lo cual empresas extranjeras podrían asociarse con ellas. Las compañías se quejan de que los gasoductos monopólicos locales permiten discriminar la producción extranjera y privada.
Otra preocupación es la falta de protección de propiedad intelectual. Los ejecutivos aluden a otra historia energética en China: en menos de una década, los fabricantes de equipos eólicos se convirtieron en una importante competencia, y algunas compañías denunciaron que lo lograron mediante tecnología extranjera. Con el crecimiento del mercado chino de turbinas, las empresas locales se convirtieron en importantes exportadores.
Dependencia mutua
En general, estos problemas no parecen insuperables. Los incentivos fiscales, por ejemplo, son un mecanismo que puede ser introducido con relativa facilidad. También puede haber acuerdos para compartir los costos. Aunque no sean los mejores, serían difíciles de rechazar a cambio de una porción del mercado chino. Por eso BP y Chevron ya están negociando con Sinopec, al igual que la noruega Statoil, según informes periodísticos.
China necesita con urgencia la tecnología extranjera y probablemente hará lo que sea para obtenerla. De igual forma las empresas extranjeras aceptarán algún sacrificio a cambio de acceder al mercado.
Aún así, los primeros resultados estarían recién en 2015. Por eso el optimismo de Sinopec parece prematuro.
La Administración de Información Energética (EIA) de EEUU señala que hay 1,275 billones de pies cúbicos de gas de esquisto bajo el suelo chino, un 50% más que EEUU, en segundo lugar. Si es así, las reservas chinas de gas de esquisto son 12 veces mayores a sus recursos de gas convencional.
China podría disminuir así su dependencia de energía extranjera y reducir el papel del carbón para la satisfacción de su mayor demanda energética. Sin embargo, hay numerosos obstáculos que superar.
La posibilidad parece al alcance de la mano. China aún no produce el gas, pero su actual plan quinquenal (2011-15) incluye la exploración y desarrollo de gas de esquisto como componente clave. La maquinaria estatal entró en acción: en julio China realizó su primera oferta de bloques del gas, mayormente en el suroeste del país, y se espera que haya más este año.
Las empresas públicas que dominan el sector petrolero (Sinopec, PetroChina y China National Offshore Oil Corp) parecen compartir el entusiasmo oficial. Aunque no sólo tienen motivaciones políticas, sino también comerciales, la producción de gas actualmente sufre mucha incertidumbre, incluidos los precios. Las dificultades en la refinación —por el control oficial la gasolina se vende debajo de su costo de producción— sin duda impulsan su interés en el gas.
Sinopec, que ganó el derecho a explorar un bloque en Chongqing y Guizhou, en el suroeste de China, parece especialmente optimista. “El futuro crecimiento será principalmente de gas no convencional”, afirmó en agosto su presidente, Fu Chengyu. Agregó que 20 pozos en exploración resultaron “mejor a lo esperado”.
Para China, la tecnología extranjera será clave. En 2009, Beijing y Washington firmaron un acuerdo para ayudar a China a cuantificar sus reservas del gas y promover la inversión conjunta.
Preocupaciones
Una de las dudas sobre los planes de China es si habrá suficientes incentivos para las empresas extranjeras. China ha dicho que las firmas locales solicitarán los permisos de exploración y desarrollo de los lugares de producción, tras lo cual empresas extranjeras podrían asociarse con ellas. Las compañías se quejan de que los gasoductos monopólicos locales permiten discriminar la producción extranjera y privada.
Otra preocupación es la falta de protección de propiedad intelectual. Los ejecutivos aluden a otra historia energética en China: en menos de una década, los fabricantes de equipos eólicos se convirtieron en una importante competencia, y algunas compañías denunciaron que lo lograron mediante tecnología extranjera. Con el crecimiento del mercado chino de turbinas, las empresas locales se convirtieron en importantes exportadores.
Dependencia mutua
En general, estos problemas no parecen insuperables. Los incentivos fiscales, por ejemplo, son un mecanismo que puede ser introducido con relativa facilidad. También puede haber acuerdos para compartir los costos. Aunque no sean los mejores, serían difíciles de rechazar a cambio de una porción del mercado chino. Por eso BP y Chevron ya están negociando con Sinopec, al igual que la noruega Statoil, según informes periodísticos.
China necesita con urgencia la tecnología extranjera y probablemente hará lo que sea para obtenerla. De igual forma las empresas extranjeras aceptarán algún sacrificio a cambio de acceder al mercado.
Aún así, los primeros resultados estarían recién en 2015. Por eso el optimismo de Sinopec parece prematuro.