Camdessus: “Destrozar la zona del euro sería la catástrofe máxima”
El economista francés estima que la crisis debilitó tanto las finanzas de los estados que ahora el sector privado debe tomar el liderazgo social.
Por: | Publicado: Lunes 20 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Marcela Corvalán Moyano
Una civilización basada en la codicia, en ganar más y más para consumir cada vez más camina hacia su propia catástrofe. Así de tajante es el economista francés Michel Camdessus, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, quien visita Chile esta semana invitado por la Unión Social de Empresarios Cristianos, USEC, y Diario Financiero.
Camdessus, quien presidió el Club de París de 1978 a 1984 y el Comité Monetario de la Comunidad Económica Europea de diciembre de 1982 a diciembre de 1984, antes de encabezar el Banco de Francia (emisor), dictará en nuestro país la conferencia “La globalización al servicio de la persona: Una deuda pendiente”, este miércoles 22 en el hotel W.
Desde París, el economista galo plantea que no sólo es posible, sino que absolutamente necesario, aprovechar la crisis para construir “un nuevo paradigma, como dicen los economistas, basado en la responsabilidad y la solidaridad, poniendo a la persona humana en su centro”.
Tiene muchos elogios para Chile, que a su juicio “va bien orientado, se ha beneficiado de buenas prácticas en el manejo macroeconómico del país, política fiscal, política monetaria, política social”. Pero, advierte, “tomando en cuenta el fortalecimiento del país podrían hacer más, en dirección posiblemente de los más desposeídos. Si mis cifras están bien, aún les queda un 10% de miseria absoluta. Y, además, tienen alrededor vecinos que podrían beneficiarse de su apoyo, de su generosidad. Y la prosperidad de sus vecinos añadiría a la propia”.
Le entusiasma la idea de hablar ante los empresarios. Asegura que es el sector privado el que debe tomar ahora el liderazgo social, más considerando que la crisis dejó a muchos estados con sus finanzas muy debilitadas. “En una parte del mundo como la suya, América Latina, que desgraciadamente sigue siendo el continente más desigual del mundo, me parece que la empresa debe contribuir a reducir esta brecha enorme que hay entre los más pobres y los más favorecidos. Es una asignatura que realmente toca enfrentar al empresario chileno y es parte de todas formas de lo que la responsabilidad social de la empresa requiere”.
Deben abrazar además las reformas necesarias para evitar una repetición de la crisis, por sobre todo, abordar las carencias éticas que permitieron los excesos que desencadenaron el estallido. “Una economía sin controles, sin regulación, sin preocupaciones sociales y éticas va a su fracaso”, afirma.
En 2008, en el momento más intenso de la crisis, los llamados a reformar el sistema financiero internacional y a un regreso a lo básico en el estilo de vida de las personas eran comunes. Hoy hay menos urgencia y algunas de las viejas prácticas han regresado. “Durante la crisis se reforma, pasada la crisis se olvida la urgencia, se va al business as usual, y se prepara la próxima crisis. Esa es la situación de hoy”.
Reconoce que hay avances e insiste en que no hay que dejar la tarea a medias, pese a la tentación del business as usual. Le preocupa que mientras EEUU y Europa piensen endurecer la regulación financiera, en Asia se hable de relajarla para captar nuevos negocios. “Cuando se va avanzando en las reformas, se encuentra uno con el hecho de que el diablo está en los detalles. Se toma más tiempo, se desanima la gente... pero la historia va a este paso, hay que enfrentar esto y continuar. Y la historia de Chile es una gran historia de perseverancia en esto”, comenta.
Su experiencia con diferentes crisis a lo largo de los años -dirigía el FMI para la crisis del Tequila, y luego para la crisis asiática de 1997-98- le hacen pensar que habrá una salida para la situación actual de Europa. “Yo tengo gran confianza, en particular en que la zona del euro continuará siendo lo que es, porque destrozarla sería la catástrofe máxima. No sólo para los griegos, también para los alemanes y los franceses. Estamos en el mismo barco y aunque las aguas estén revueltas, tenemos que seguir avanzando juntos, solidariamente”.
La solidaridad resulta, en su opinión, clave para salir adelante. “Vivimos en un mundo global en el cual todos somos de alguna manera responsables de todo y de todos”. Y sigue: la austeridad fiscal no es la única receta, “también se necesitan políticas monetarias adecuadas, una vigilancia eficiente y equitativa y mil otras cosas, incluso la solidaridad internacional y el apoyo de los más ricos a los más pobres”.
Asimismo, es imprescindible que haya una institución que pueda actuar en situaciones de emergencia, “y me parece que el Fondo Monetario Internacional es la mejor preparada para eso. Por supuesto, hay que tener cuidado con el riesgo moral, hay que organizar las cosas de antemano para no tener que inventar respuestas cuando venga la catástrofe, pero para todo esto el Fondo puede ser muy útil”.
Una civilización basada en la codicia, en ganar más y más para consumir cada vez más camina hacia su propia catástrofe. Así de tajante es el economista francés Michel Camdessus, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, quien visita Chile esta semana invitado por la Unión Social de Empresarios Cristianos, USEC, y Diario Financiero.
Camdessus, quien presidió el Club de París de 1978 a 1984 y el Comité Monetario de la Comunidad Económica Europea de diciembre de 1982 a diciembre de 1984, antes de encabezar el Banco de Francia (emisor), dictará en nuestro país la conferencia “La globalización al servicio de la persona: Una deuda pendiente”, este miércoles 22 en el hotel W.
Desde París, el economista galo plantea que no sólo es posible, sino que absolutamente necesario, aprovechar la crisis para construir “un nuevo paradigma, como dicen los economistas, basado en la responsabilidad y la solidaridad, poniendo a la persona humana en su centro”.
Tiene muchos elogios para Chile, que a su juicio “va bien orientado, se ha beneficiado de buenas prácticas en el manejo macroeconómico del país, política fiscal, política monetaria, política social”. Pero, advierte, “tomando en cuenta el fortalecimiento del país podrían hacer más, en dirección posiblemente de los más desposeídos. Si mis cifras están bien, aún les queda un 10% de miseria absoluta. Y, además, tienen alrededor vecinos que podrían beneficiarse de su apoyo, de su generosidad. Y la prosperidad de sus vecinos añadiría a la propia”.
Le entusiasma la idea de hablar ante los empresarios. Asegura que es el sector privado el que debe tomar ahora el liderazgo social, más considerando que la crisis dejó a muchos estados con sus finanzas muy debilitadas. “En una parte del mundo como la suya, América Latina, que desgraciadamente sigue siendo el continente más desigual del mundo, me parece que la empresa debe contribuir a reducir esta brecha enorme que hay entre los más pobres y los más favorecidos. Es una asignatura que realmente toca enfrentar al empresario chileno y es parte de todas formas de lo que la responsabilidad social de la empresa requiere”.
Deben abrazar además las reformas necesarias para evitar una repetición de la crisis, por sobre todo, abordar las carencias éticas que permitieron los excesos que desencadenaron el estallido. “Una economía sin controles, sin regulación, sin preocupaciones sociales y éticas va a su fracaso”, afirma.
En 2008, en el momento más intenso de la crisis, los llamados a reformar el sistema financiero internacional y a un regreso a lo básico en el estilo de vida de las personas eran comunes. Hoy hay menos urgencia y algunas de las viejas prácticas han regresado. “Durante la crisis se reforma, pasada la crisis se olvida la urgencia, se va al business as usual, y se prepara la próxima crisis. Esa es la situación de hoy”.
Reconoce que hay avances e insiste en que no hay que dejar la tarea a medias, pese a la tentación del business as usual. Le preocupa que mientras EEUU y Europa piensen endurecer la regulación financiera, en Asia se hable de relajarla para captar nuevos negocios. “Cuando se va avanzando en las reformas, se encuentra uno con el hecho de que el diablo está en los detalles. Se toma más tiempo, se desanima la gente... pero la historia va a este paso, hay que enfrentar esto y continuar. Y la historia de Chile es una gran historia de perseverancia en esto”, comenta.
Su experiencia con diferentes crisis a lo largo de los años -dirigía el FMI para la crisis del Tequila, y luego para la crisis asiática de 1997-98- le hacen pensar que habrá una salida para la situación actual de Europa. “Yo tengo gran confianza, en particular en que la zona del euro continuará siendo lo que es, porque destrozarla sería la catástrofe máxima. No sólo para los griegos, también para los alemanes y los franceses. Estamos en el mismo barco y aunque las aguas estén revueltas, tenemos que seguir avanzando juntos, solidariamente”.
La solidaridad resulta, en su opinión, clave para salir adelante. “Vivimos en un mundo global en el cual todos somos de alguna manera responsables de todo y de todos”. Y sigue: la austeridad fiscal no es la única receta, “también se necesitan políticas monetarias adecuadas, una vigilancia eficiente y equitativa y mil otras cosas, incluso la solidaridad internacional y el apoyo de los más ricos a los más pobres”.
Asimismo, es imprescindible que haya una institución que pueda actuar en situaciones de emergencia, “y me parece que el Fondo Monetario Internacional es la mejor preparada para eso. Por supuesto, hay que tener cuidado con el riesgo moral, hay que organizar las cosas de antemano para no tener que inventar respuestas cuando venga la catástrofe, pero para todo esto el Fondo puede ser muy útil”.