California ya no es de ensueño
Por: | Publicado: Jueves 12 de julio de 2012 a las 05:00 hrs.
- T+
- T-
El surf pasó de moda. Funcionarios de San Bernardino, al este de Los Angeles, han votado la bancarrota en busca de protección. Stockton, en las afueras de San Francisco, y Mammoth Lakes, cerca del Parque Nacional Yosemite, hicieron lo mismo en las últimas semanas.
Los inversionistas en el mercado de bonos municipales de US$ 4 billones (millones de millones) han asumido hace tiempo que las alcaldías no arriesgarán la desgracia y mayores costos de financiamiento mediante la suspensión de pagos o la declaración de bancarrota. Han tenido razón, en la mayoría de los casos. Sólo 51 ciudades, localidades o condados de EEUU lo han hecho desde 1980, según la consultora Chapman and Cutler. Eso se compara con más de 11.000 presentaciones de bancarrota empresarial del año pasado.
La recesión económica y crisis financiera han comenzado a desafiar esas certezas, en particular en California. Fue el epicentro del boom inmobiliario de EEUU la década pasada y sus ingresos impositivos han estado entre los más golpeados por el descalabro. Las ciudades de California también están limitadas en su capacidad de recaudar impuestos a la propiedad, los mayores contribuyentes a las arcas municipales.
Sin embargo, el descalabro inmobiliario no se limitó a California y muchos soñaron en grande en épocas mejores. El costo de caros proyectos en beneficio de los ciudadanos y beneficios jubilatorios para los trabajadores no se condicen con los ingresos en varios lugares del país.
El temor a la caída de ingresos ha incrementado el alivio impositivo ofrecido por los municipios. Los intereses también tienden a ser atractivos frente a los bonos públicos. Pero si la banacarrota empieza a perder su estigma entre los gobiernos locales como forma de ajustar sus finanzas, los inversionistas deberían pensarlo dos veces. Hasta ahora no lo han hecho: un bono municipal a diez años de calificación A hoy rinde menos de 3%, frente a más de 4% en 2006, según Thomson Reuters MMD. Vendrán más liquidaciones.
Los inversionistas en el mercado de bonos municipales de US$ 4 billones (millones de millones) han asumido hace tiempo que las alcaldías no arriesgarán la desgracia y mayores costos de financiamiento mediante la suspensión de pagos o la declaración de bancarrota. Han tenido razón, en la mayoría de los casos. Sólo 51 ciudades, localidades o condados de EEUU lo han hecho desde 1980, según la consultora Chapman and Cutler. Eso se compara con más de 11.000 presentaciones de bancarrota empresarial del año pasado.
La recesión económica y crisis financiera han comenzado a desafiar esas certezas, en particular en California. Fue el epicentro del boom inmobiliario de EEUU la década pasada y sus ingresos impositivos han estado entre los más golpeados por el descalabro. Las ciudades de California también están limitadas en su capacidad de recaudar impuestos a la propiedad, los mayores contribuyentes a las arcas municipales.
Sin embargo, el descalabro inmobiliario no se limitó a California y muchos soñaron en grande en épocas mejores. El costo de caros proyectos en beneficio de los ciudadanos y beneficios jubilatorios para los trabajadores no se condicen con los ingresos en varios lugares del país.
El temor a la caída de ingresos ha incrementado el alivio impositivo ofrecido por los municipios. Los intereses también tienden a ser atractivos frente a los bonos públicos. Pero si la banacarrota empieza a perder su estigma entre los gobiernos locales como forma de ajustar sus finanzas, los inversionistas deberían pensarlo dos veces. Hasta ahora no lo han hecho: un bono municipal a diez años de calificación A hoy rinde menos de 3%, frente a más de 4% en 2006, según Thomson Reuters MMD. Vendrán más liquidaciones.