Agua
Por Padre Raúl Hasbún
Por: | Publicado: Viernes 3 de febrero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Es el elemento primordial, en el doble sentido de primero y fundamental. Sin agua, no hay vida. De agua está mayoritariamente compuesto nuestro organismo, y sin ella no puede subsistir. Además de alimento, es instrumento de purificación: el cuerpo, el vestuario, los utensilios, las calles necesitan periódicamente lavarse en agua para prestar servicio sano y seguro. Sin riego no hay fertilidad. La corriente de agua produce energía capaz de iluminar la vida ciudadana y potenciar la actividad productiva. Las aguas marítimas y lacustres moderan la temperatura, permiten el desplazamiento de naves de comercio y agrado y albergan tesoros de vida subacuática, abundante en recursos pesqueros y fascinante en la belleza de su flora y fauna. La vida de un pueblo o aldea comienza en torno a sus pozos de agua. La esperanza de un nómade o peregrino es encontrar un oasis en el desierto: allí saciarán su sed, él y sus animales. El hombre no deja de ser el que fue en la placenta materna, y por eso busca y retorna al agua de sus orígenes. El agua es la madre de la vida.
De tiempo en tiempo, la preferente ambición del ser humano se ha ido centrando en otros recursos de encandilante valor. El oro, la plata, el cobre, el carbón, el petróleo, diamantes y perlas preciosas; la tierra agrícola, el ganado han suscitado quimeras fabulosas y disputas sangrientas por su exclusiva o predominante posesión. Chocan siempre con el valor primordial: ¿cómo obtener, conservar, explotar y disfrutar todo eso si no hay agua? Esa disponibilidad del recurso hídrico es, en primer lugar, función de la naturaleza y sus leyes. Pero el hombre sabe cómo afectar esas leyes, para bien o para mal. Los trastornos ecológicos derivados de una irracional explotación, y los incordios jurídicos provocados por la ignorancia, la desidia o la avaricia pueden configurar un escenario en que el agua esté cada año menos disponible y menos libre de contaminación.
La ciudad, la sociedad, la humanidad se exponen entonces a lo que le ocurre al individuo cuando le falta el agua: muerte segura, precedida de disputas violentas por un pozo, un canal o una cantimplora. Cobra vital urgencia el antiguo axioma: primero vivir, después filosofar. En este caso, primero el agua. Sin agua no hay vida. El más refinado sistema político, financiero y previsional se estrellará siempre contra este muro insalvable: primero el agua.
Expertos mundiales nos han instruido sobre cómo gestionar racionalmente nuestro recurso hídrico. Los instrumentos legales, los cauces administrativos están. Falta la toma de conciencia: primero el agua. Sin agua no hay vida.
El Dios que quiere la vida proveerá el agua si la cuidamos con responsable austeridad y se la pedimos con perseverante fe.
De tiempo en tiempo, la preferente ambición del ser humano se ha ido centrando en otros recursos de encandilante valor. El oro, la plata, el cobre, el carbón, el petróleo, diamantes y perlas preciosas; la tierra agrícola, el ganado han suscitado quimeras fabulosas y disputas sangrientas por su exclusiva o predominante posesión. Chocan siempre con el valor primordial: ¿cómo obtener, conservar, explotar y disfrutar todo eso si no hay agua? Esa disponibilidad del recurso hídrico es, en primer lugar, función de la naturaleza y sus leyes. Pero el hombre sabe cómo afectar esas leyes, para bien o para mal. Los trastornos ecológicos derivados de una irracional explotación, y los incordios jurídicos provocados por la ignorancia, la desidia o la avaricia pueden configurar un escenario en que el agua esté cada año menos disponible y menos libre de contaminación.
La ciudad, la sociedad, la humanidad se exponen entonces a lo que le ocurre al individuo cuando le falta el agua: muerte segura, precedida de disputas violentas por un pozo, un canal o una cantimplora. Cobra vital urgencia el antiguo axioma: primero vivir, después filosofar. En este caso, primero el agua. Sin agua no hay vida. El más refinado sistema político, financiero y previsional se estrellará siempre contra este muro insalvable: primero el agua.
Expertos mundiales nos han instruido sobre cómo gestionar racionalmente nuestro recurso hídrico. Los instrumentos legales, los cauces administrativos están. Falta la toma de conciencia: primero el agua. Sin agua no hay vida.
El Dios que quiere la vida proveerá el agua si la cuidamos con responsable austeridad y se la pedimos con perseverante fe.