El juicio de los chilenos, según Eliana Rozas y Luis Larraín
Primero, los diarios informan. Pero luego opinan. Y en un mundo de redes sociales y audiencias empoderadas, los editorialistas y columnistas enfrentan nuevos desafíos.
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La prensa es un intermediario, pero también es un actor social que aspira a que su voz, y la de sus columnistas, se haga escuchar en el ruidoso tráfago de las comunicaciones modernas.
Eliana Rozas y Luis Larraín -columnista regular de DF- aceptaron la invitación a conversar sobre el papel que cumple la opinión en el vertiginoso y complejo entorno comunicacional de los tiempos que corren.
- Se espera que la prensa informe, ¿por qué también opina?
Eliana Rozas: Hay dos razones. Una que es más histórica y de una tradición de los medios, particularmente de los diarios. Por otro lado, los medios también son actores sociales y, en ese sentido, tienen una opinión y una visión. Se transforman en modelo para las audiencias. Yo creo que en estos tiempos se explica mejor, justamente por la cantidad de información que tenemos, en tantas plataformas. En ese escenario es muy importante que haya medios que ejerzan la opinión.
Luis Larraín: Creo que la sociedad es cada vez más compleja y requiere ser interpretada. Tradicionalmente los medios han cumplido un rol de intermediación y con sus columnas de opinión le presentan a la gente una interpretación de determinada realidad. Pero, por otro lado, se produce una desintermediación —que afecta a los medios, la política y las instituciones— por esto del cuestionamiento a la autoridad.
- Y porque existen intermediarios alternativos...
LL: Hoy la prensa no es la única. Tú recoges la opinión de otros que no intermedian, como las redes sociales. Y eso tiene ventajas, pero también peligros, como el fenómeno de las fake news. Hoy un tuit tiene el mismo valor que una noticia de un medio de comunicación establecido, que tiene sus códigos y estándares. La presencia de un columnista es importante, porque generalmente representa una voz que tiene un sesgo conocido o habla desde un cierto lugar.
ER: Por un lado, está la facilidad del acceso y el hecho de que todos somos iguales en un entorno comunicativo. Por otro, en ese mismo entorno pasa algo muy complejo que incrementa la importancia de la opinión, que es que se crean "burbujas". Producto de los algoritmos que genera la red, las audiencias tienden a exponerse a los contenidos a los que son proclives. Esto va creando pequeños guetos de opinión o de conversación, de información, o en el peor de los casos, de fake news. Entonces la confrontación de ideas y la posibilidad de verificar los datos se hacen muchísimos más difíciles.
- Pero, ¿no hay ya demasiadas opiniones? ¿Para qué agregar otras?
ER: Creo que a la generación de juicios, que siempre ha existido en los medios tradicionales, se agrega también esta otra de la curatoría del juicio. Esto, en el sentido de que circulan muchas opiniones con distintos valores, y a los medios también les corresponde decirle a la audiencia "de todo esto que fluye, no todo tiene el mismo valor".
- ¿Uno puede autodenominarse "curador"?
LL: El lector va a tomar en cuenta lo que estás haciendo si adquieres un prestigio, si siente que "lo que dice este medio o este señor me parece razonable o me ha ayudado a orientarme". El título de curador no te lo da nadie, hay que ganárselo en la cancha.
- ¿Cómo juega la prensa en esta cancha?
ER: Asumiendo y declarando cuál es la voz propia del medio. Desde dónde hablo, cuáles son los valores que promuevo. Los medios tienen que declarar una cierta identidad.
- ¿Es importante que eso sea explícito para el lector?
ER: Tiene que ser manifiesto y los medios tienen perfecto derecho a ejercer su voz desde ahí. Y desde la perspectiva de la curatoría, pueden decidir abrir espacios a distintas representaciones valóricas que pueden ser no compartidas por ellos.
- Pensando en que la curatoría sea diversa, ¿hay que darle espacio al xenófobo o al racista?
LL: Es un problema por exceso o por defecto. Yo creo que una expresión muy racista, homofóbica o xenófoba debe ser rechazada. Que no es lo mismo que censurar ni significa que alguien del medio tenga una suerte de derecho de decidir qué es o no es políticamente correcto. Por ejemplo, hubo críticas a un diario porque entrevistó a Steve Bannon (ex consejero político de Donald Trump) y me parece que eso es muy peligroso.
ER: Yo creo que son cosas un poco distintas. Por un lado, respecto de determinadas materias, que son pocas y bien fundamentales, tenemos ciertos acuerdos sociales de lo que es "moralmente repelente". Los asesinatos en masa, la tortura, la pedofilia, etc. Estos acuerdos están regulados. Pero hay un territorio más pantanoso, que es lo "políticamente incorrecto". Ahí me parece que estamos en una situación un poco más compleja, porque ahí se necesita más valor para ejercer el juicio. Si los medios transan con editar la conversación de lo "políticamente incorrecto", están omitiendo uno de sus roles fundamentales, que es contribuir a que el diálogo exista, y ellos mismos sean territorio de esa conversación. Los medios están super temerosos, porque no cuesta nada que te funen o hagan bullying a través de las redes.
- Mucho tiene que ver con el poder. ¿La opinión es parte de esa conversación?
LL: El cuestionamiento al poder es algo que se ha pasado de rosca. Al final todo lo que se relaciona a poder o elite es mirado con sospecha, y hay una falta de reflexión muy grande. Yo creo que, efectivamente, el periodismo de opinión conversa mucho con el poder. Las columnas que hago no son para sacar votos, pero sí las hago generalmente pensando en alguna persona. Hay columnas que se las escribo al Presidente de la República, otras al presidente del Senado, etc. Uno trata de tener influencia y los públicos no son siempre masivos. En eso uno tiene que ir afinando la mano.Se trata de influir.
1988
octubre
La hora de influir: el poder de las opiniones
El periodismo de opinión siempre ha tenido un espacio en las páginas de Diario Financiero, donde ha buscado que su voz y la de otros sean un aporte a la discusión nacional. Tal como se ve en la foto, en que aparece el primer editorial de nuestra primera edición.
De esta forma, a través de sus editoriales y columnas, el diario aspira a orientar a sus lectores con argumentos y juicios, interpretación y análisis, respecto de los temas que están en la palestra, con lo cual cumple una función que es tan fundamental como el rol que juegan las noticias.
Conocer y comprender los profundos cambios que ha vivido la sociedad chilena en estos 30 años requiere la información de calidad, precisa y oportuna que ofrecemos en nuestros artículos de redacción. Nuestras páginas editoriales ayudan a valorar su sentido y dimensionar sus implicancias. Interpelan, cuestionan, sacuden, inspiran, mueven a la acción. Influir. Ese es el objetivo.