Septiembre 7

Por Padre Raúl Hasbún

Por: | Publicado: Viernes 7 de septiembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Septiembre deriva de siete: era el séptimo mes del calendario romano antes de la introducción de julio y agosto. Siete es, en la simbología de todas las culturas, número expresivo de la perfección. Siete son los días de la semana. Siete las virtudes fundamentales (cuatro cardinales, más tres teologales). Siete los vicios o pecados capitales, es decir, los que dan origen a la degradación del hombre perfecto. Siete las maravillas del mundo. Siete los colores del arco iris. Cada siete semanas de años se proclama el jubileo bíblico, liberando a deudores y esclavos. Siete sacerdotes, portando siete trompetas deben, el séptimo día, dar siete vueltas a la ciudad de Jericó para así derribar sus muros. El profeta Eliseo estornuda siete veces para que un niño resucite y ordena a un leproso bañarse siete veces en las aguas del Jordán para emerger sanado. Claro: también el demonio, mono imitador de Dios, procura valerse del número siete: la bestia infernal del Apocalipsis tiene siete cabezas. Pero en vano. Sus empresas malignas, homicidas, fracasan; no pasan más allá de 1260 días, tres años y medio. Nada puede contra el Cordero que parece degollado, que tiene siete cuernos y siete ojos, es decir los siete espíritus que Dios envía a la tierra, a sus siete iglesias, con el libro de siete sellos, escoltado por siete ángeles con siete trompetas, portadores de siete plagas de las siete copas, para hacer caer a los siete reyes de la ciudad de siete colinas.

Siete son también los sacramentos de la iglesia, signos expresivos y eficaces de la fe en Jesucristo: bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, unción de los enfermos, matrimonio, orden sacerdotal. Y siete los dones del Espíritu Santo: ciencia, entendimiento, sabiduría, consejo, piedad, fortaleza, temor de Dios. El justo cae siete veces, pero con la gracia de Dios se levanta otras tantas. Y Dios ordena a su hijo perdonar setenta veces siete; es decir, siempre. Para ser perfecto, el hombre debe aprender a perdonar como Dios perdona. Entonces, sólo entonces, podrá acogerse a las misericordias divinas.

Siete vacas hermosas y lustrosas fueron devoradas por siete vacas de mal aspecto y macilentas; siete espigas flacas consumieron a siete espigas lozanas y llenas: el inquietante sueño del Faraón egipcio dio oportunidad a José para interpretar designios de Dios y encarar con sabiduría realidades sociológicas. Naturaleza, trabajo, destinos humanos conocen ciclos de alternancia, siete años de abundancia y prosperidad, luego siete años de hambre y calamidad. Hombre perfecto, estadista perfecto es el que sabe administrar y ahorrar en la hartura, para luego proveer en la hambruna.

Septiembre es mes chileno y mariano. Son dos vocaciones concurrentes: no a la mediocridad, sí a la excelencia y a la perfección. Lo perfecto se califica con siete.

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