Regulación ambiental, entre excesos y trastabillones
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Señor Director:
Excelente la columna del pasado jueves de Tomás Sánchez, en DF. Estoy de acuerdo con él en una parte, no en la totalidad. Su argumento se aplica muy bien a los funcionarios actuando como un grupo de interés más, simplemente maximizando su utilidad. Esta es la crítica de Buchanan y, en la lógica de Sánchez, ahí el neoliberalismo se podría encontrar con el marxismo. Muy interesante.
Hay otra parte con la que estoy en desacuerdo: cuando lo que subyace a su argumento es una razón de regulación ambiental que nadie en su época -ni Smith ni Marx- tuvieron en su mente porque pensaban en la naturaleza como un bien público inagotable. Hoy, la evidencia muestra que la actividad económica humana está generando daños graves a la naturaleza. Nuestro desafío es regular bien.
La regulación ambiental está naciendo a trastabillones, con errores y seguramente con excesos. Pero eso está en el ADN de los procesos regulatorios. Como referencia pensemos que la regulación bancaria (Basilea I, II y III) lleva 50 años de desarrollo y es responsable de al menos dos crisis graves.
La regulación ambiental es más reciente y, si la evidencia no está totalmente equivocada, en muchos casos no puede tolerar una crisis como la bancaria. Ello me temo que llevará a que haya sobrerregulación ambiental.
A lo más que se puede aspirar es a que se implemente un racional mecanismo de limpieza de excesos regulatorios.
Lo importante es no confundir dos fenómenos distintos. Por un lado la acción de algunos grupos que defienden intereses mezquinos y estrechos so pretexto del interés público y, por otro, la regulación de temas medioambientales cuya naturaleza y características hace que probablemente estemos viviendo una era de excesos.
Guillermo Larraín
FEN, Universidad de Chile