A los 89 años falleció el empresario Horst Paulmann, dejando un profundo sentimiento de pesar tanto en el mundo del sector privado y de los gremios, como entre dirigentes políticos, sin distingo de sectores o partidos, y entre los innumerables trabajadores de las empresas que forjó. Los reconocimientos tras su partida son una muestra de lo que representó en su vida: un referente del espíritu emprendedor, el empuje y la visión empresarial. Se trata de un legado que adquiere relevancia en momentos en que Chile requiere retomar una mirada sin límites de generación de valor, que devuelva la ambición por lograr más y mejor crecimiento.
Si algo caracterizó la trayectoria de Paulmann fue su capacidad para imponerse a la adversidad y lograr que sus éxitos traspasaran el ámbito de la mera creación de riqueza, procurando mejores condiciones de bienestar para sus clientes y la generación de numerosos puestos de trabajo. Justamente fue este empuje el que destacó ayer la ministra Jeannette Jara, al hacer hincapié en “su aporte al desarrollo económico del país y a la creación de empleo”.
Hablar de tesón, innovación y sacrificio sobre la base del trabajo duro es hablar de Horst Paulmann. Desde la precariedad absoluta en una Alemania arrasada por la Segunda Guerra, supo buscar nuevos destinos y demostrar que el trabajo constante y responsable sí da frutos. En sus 64 años de trayectoria, que partieron con un pequeño almacén en Temuco, logró levantar un conglomerado cuyo valor de mercado supera los US$ 7.500 millones y que clavó sus banderas en Argentina, Perú, Colombia, Brasil y Estados Unidos, compitiendo de paso, de igual a igual, con gigantes como Walmart y Carrefour. El forjador de la tercera fortuna de Chile y tres veces reconocido por DF como el Mejor Empresario del Año -en 2002, 2007 y 2012- transformó el mundo del retail en el país y la región, con un liderazgo cercano, en terreno, siempre “haciendo” y con un estilo sencillo, que se podía ver en cómo durante sus años de actividad nunca dejó de almorzar en el Rincón Jumbo, como un trabajador más.
El día a día con Paulmann, dicen sus cercanos, no era fácil. Era exigente y decidido, de trato directo y sin eufemismos. Peros sus clientes y sus trabajadores siempre fueron su preocupación. En medio de la crisis social, dijo a DF que “mantener el empleo para 50 mil chilenos y para 150 mil personas en Latinoamérica” era su prioridad.
Cómo aportar al gobierno de turno, sin importar el signo político, también fue parte de su sello. Tras la imposibilidad de llevar adelante su proyecto de construcción del Costanera Center en 2008, en medio de la crisis subprime, 11 meses después logró reimpulsar su sueño de construir la torre más grande la región y con ello transformarse en “un símbolo de la reactivación y el empleo”, tal como lo reconoció la entonces Presidenta Bachelet.
Cuando pensamos en que la clave del crecimiento es generar nuevos negocios, nuevos enfoques y nuevas oportunidades podemos voltearnos a mirar su legado. Y cuando pensamos en calidad y excelencia, también podemos reconocer su sello. Ante escenarios complejos se necesitan liderazgos como los de Paulmann.
Chile es capaz de mucho más, pero su potencial se ha desaprovechado en los últimos tiempos. En esta disyuntiva el ejemplo de Horst Paulmann debe permanecer.