ENAP anunció la firma de un acuerdo mediante el cual Chile exportará gas natural a Argentina en los meses de invierno de este año. El contrato involucra el envío de 3 millones de metros cúbicos diarios (m3/día), ampliable en 1 millón, suministrado por ENAP, Endesa Chile y Metrogas y que se despachará a través del gasoducto GasAndes en la zona central. Una semana antes se había anunciado la firma de otro contrato entre ENAP, ENARSA (Argentina) y la compañía Engie, donde esta última comprometió el envío de 1,5 millones de m3/ día a través del gasoducto Norandino en el norte del país.
Lo anterior ha sido celebrado como un paso concreto hacia la integración energética regional y ciertamente resulta un negocio atractivo para ambas parte. El acuerdo, en todo caso, no constituye un compromiso de largo plazo, sino que se trata más bien de una venta de gas transitoria que aprovecha la infraestructura y capacidad disponible.
Argentina dispone de importantes reservas de gas en su territorio, particularmente en el yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén. El que sea actualmente un importante comprador de gas (importa gas desde Bolivia y compra GNL de otros países que llegan a sus plantas de regasificación en la costa atlántica) responde, en buena parte, a políticas inadecuadas que desalentaron la inversión en este sector. En la medida que, con los incentivos correctos, eleve su producción propia podrá generar el recurso a bajo costo -lo que eventualmente revertiría los flujos de intercambio hacia Chile– a lo que se suma la posibilidad de construir nuevos terminales de regasificación e importar directamente el gas por sus costas.