El próximo 25 de mayo se cumplen diez años desde que la familia Kircher llegó a la presidencia de Argentina. Primero Néstor, quien ocupó la primera magistratura hasta diciembre de 2007, y luego su esposa y hoy viuda, Cristina Férnández, quien -reelección de por medio- ocupa la Casa Rosada desde ese año.
Un período en que la nación trasandina ha sabido de vaivenes en materia económica, pasando de una dura recesión que se extendió por cuatro años, a crecimientos económicos que destacaron dentro de la región. Pero esas expansiones parecen un lejano recuerdo y desde hace un tiempo los controles cambiarios que ha adoptado Cristina Fernández han implicado una importante pérdida de competitividad para un país que en el pasado llegó a ser denominado como el “granero del mundo”.
Durante el gobierno de Néstor Kirchner el crecimiento promedió 8,8%, mientras que el año pasado el país sólo avanzó 1,9%. Un constante enemigo ha sido la inflación que según las estimaciones privadas habría superado el 25% en 2012.
Argentina es un país rico, tiene los elementos. Lo que falta, al paracer, son los consensos de largo plazo para no echar por la borda esa riqueza.