Eran pasadas las 2 de la mañana en Nueva York cuando el magnate Donald Trump apareció, frente a una multitud enfervorizada de partidarios en un hotel, como vencedor de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, tras derrotar a la candidata demócrata Hillary Clinton en un resultado que estuvo lejos de lo que habían anticipado las encuestas y que sorprendió incluso a muchos en su propio partido, el republicano.
De personalidad polémica, posturas radicales particularmente en materias migratorias –como muestra su intención de construir un muro en la frontera con México- y profundamente nacionalista, Trump, de 70 años de edad, no ha logrado aun despejar los fantasmas que rondan a los mercados mundiales, en particular por su intención de revisar los acuerdos comerciales que la mayor economía del planeta tiene con otras naciones, incluyendo México y Canadá. De hecho, en su primer discurso en Manhattan indicó que esperaba llevarse bien “con todas las naciones del mundo que tengan voluntad de llevarse bien con nosotros”, y aseguró que en materia comercial Estados Unidos “ya no llegará a acuerdos que sean distintos a los mejores”.
La misma preocupación ha cruzado fronteras y se ha dejado sentir en Chile, donde el canciller Heraldo Muñoz, ha reconocido que con Trump probablemente va a haber cuestionamientos a los acuerdos de libre comercio. Así, se trata de un flanco que se deberá monitorear.
Por todo el globo, no son muchas las esperanzas de que Trump pueda moderar sus encendidas posturas con las que pretende “levantar” a EEUU, menos porque a partir de sus primeras palabras nada hace prever que las suavice.