La tensión cambiaria en Argentina ha escalado en los últimos días, en especial luego de que el precio del dólar superara los $10 en el mercado informal, duplicando el valor en el mercado regulado. Las autoridades del vecino país, entre ellos el ministro y el viceministro de Economía, han atribuido la situación a un cuadro de ataque especulativo y han dicho que el gobierno se mantendrá firme, debido a que “no hay ninguna razón” para disponer una devaluación de la moneda, ya que ello repercutiría en el proceso inflacionario (que consultoras independientes sitúan en 25%) y, consecuentemente, en el poder adquisitivo de las personas.
En paralelo a estas declaraciones, las autoridades se encuentran impulsando un proyecto de ley que busca incentivar la repatriación o “blanqueo” de dólares no declarados que ciudadanos trasandinos puedan tener fuera del país. La idea es reincorporar esos capitales al circuito productivo, en especial dirigiéndolos hacia el mercado inmobiliario y los sectores de la construcción y la energía. Se estima que el alcance de esta medida podría involucrar unos US$ 40.000 millones.
Las autoridades del vecino país enfrentan un desafío de la mayor envergadura, el cual supone que adicionalmente a las medidas que están evaluando, dar pasos que construyan confianza tanto en los propios ciudadanos (que más que especular podrían estar intentando resguardar sus intereses), como en los mercados externos. En esa línea, las medidas concretas, más que las declaraciones, son las que resultan más efectivas, habida cuenta de los innumerables casos de este tipo en donde el discurso oficial finalmente es sobrepasado por los hechos.