El sistema previsional lleva tiempo bajo fuerte escrutinio de ciudadanos y autoridades.
Sin embargo, un aspecto que razonablemente no puede ser cuestionado es que las administradoras de los fondos han tenido un muy buen desempeño en el manejo de los mismos, con altas rentabilidades, que explican más de la mitad de las pensiones que se están entregando.
En efecto, desde el inicio del sistema, la rentabilidad anual del fondo C supera un 8% real, sin duda elevada. Hacia adelante este desafío se hace más complejo, debido a la significativa caída que ha tenido el retorno de los activos de largo plazo en el mundo, y que probablemente no recuperará los niveles históricos, aún cuando se hayan superado los efectos de la crisis de 2008.
Es importante entonces, mirando al futuro, explorar medidas que permitan mantener buenas rentabilidades a los fondos de pensiones y a las rentas vitalicias, lo que probablemente exija abrir nuevas alternativas de inversión.
No se entiende en este contexto que una de las propuestas de la Comisión Bravo sea suprimir el fondo A, más riesgoso, ya que atenta en contra de ese objetivo. Desde la creación de los multifondos en 2002, la rentabilidad anual de este fondo ha sido de 6,5% real, un punto superior a la del fondo B. Por lo tanto, en un período de 30 años la eliminación del fondo A podría generar una disminución del ahorro individual de 35%, con efectos equivalentes en la pensión.
Si lo que se quiere es moderar el riesgo para las personas cercanas a jubilar, existen caminos más eficientes que impedir una combinación adecuada de riesgo y retorno para el universo de trabajadores.