Tal como ha sido mencionado en este mismo espacio, en su Cuenta Pública la Presidenta Michelle Bachelet ha puesto énfasis en las referencias a la confianza y el crecimiento económico aunque sin anuncios de un paquete reactivador. A esta poca claridad respecto a medidas concretas que puedan fortalecer las confianzas y dinamizar la economía, cabe sumarle la ausencia de pistas en cuanto cómo se procederá, o al menos el énfasis que se le dará, a uno de los pilares de la “obra gruesa”: la Reforma Laboral.
El 21 de mayo presentaba una ocasión clara para disminuir la incertidumbre luego de que hace tan solo algunos días se diera a conocer el contenido del fallo del Tribunal Constitucional (TC) que declaró inconstitucional la titularidad sindical, idea matriz del proyecto, así como el sistema de extensión automática de beneficios de la negociación colectiva por parte de los sindicatos a sus nuevos afiliados. Natualmente la situación genera conflicto y dudas respecto del futuro del proyecto ¿Se rehará gran parte del texto o se dejará morir y preparará uno nuevo?
Por ahora, haciendo uso de una potestad constitucional, el Ejecutivo ha decidido ejercer un veto supresivo respecto de algunos contenidos que en buena parte nada tienen relación con el fallo del TC y anunciar el envío de un proyecto de ley adecuatorio a la Reforma Laboral, el cual debería estar publicado antes del término del periodo legal de vacancia de la Reforma Laboral de 6 meses.
No existe claridad alguna respecto qué ocurrirá con el veto y la anunciada ley corta, y el 21 de mayo era una oportunidad perfecta para entregar claridad y mostrar liderazgo en una Coalición dividida. Eso simplemente no ocurrió.