Acorde con la programación anual, el consejo del Banco Central concurrió esta semana ante la comisión de Hacienda del Senado para presentar la versión del Informe de Política Monetaria (IPoM) correspondiente a junio.
Como era previsible, sobre todo por lo acontecido con la desaceleración de la actividad productiva en China y su repercusión en la cotización de las materias primas a nivel internacional, la autoridad delineó un escenario macroeconómico que invita a un actuar más cauteloso de parte de los agentes de mercado y de la sociedad en general. Entre los puntos esenciales, el ente emisor redujo las proyecciones de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año desde un rango previo de 4,5% a 5,5% a uno de 4% a 5%, lo que iría acompañado de un ajuste del gasto y, en particular, de la inversión. Y, paralelamente, recortó el pronóstico para el precio promedio del cobre este año de US$ 3,50 la libra a
US$ 3,25 y de US$ 3,40 la libra a US$ 3,05 para 2014.
Esto último repercutirá en un deterioro de las cuentas externas, que viene a completar un cuadro más restrictivo en recursos para el país.
Y si bien la perspectiva de una baja inflación alivia este cuadro menos propicio que se visualiza para Chile en los próximos 24 meses, no es suficiente para eliminar la preocupación y ocupación que debe generar el mismo.
De aquí en adelante es clave asumir que quizás se empiece a diluir la abundancia del cobre y que ya no habrá margen para esquivar la solución a los problemas de fondo que limita el desarrollo del aparato productivo nacional, como el alza de costos por la restricción energética, por sólo mencionar uno.