Esta semana el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile informó que el desempleo en el Gran Santiago registró una sustantiva baja hasta un 6,2%, cifra medio punto porcentual inferior a la de la medición anterior de marzo (6,7%) y un punto porcentual inferior en doce meses, parámetro que permite una mejor ponderación del dato ya que no tiene distorsiones por estacionalidad.
Según la información aportada, la desocupación en el Gran Santiago se encuentra en similares niveles a los que se observaron previamente a la crisis de 1998 y viene a confirmar una positiva tendencia tras el impacto que tuvo en esta y otras variables la compleja situación económica vivida en 2009 producto de la crisis internacional.
Adicionalmente, el Centro de Microdatos informó que la encuesta aplicada constató un aumento en el ingreso de los ocupados, el cual alcanzó un promedio de $ 540.000. De esta forma, en síntesis la encuesta de desempleo es portadora de una doble buena noticia: cae la desocupación en forma significativa y suben los ingresos de quienes están trabajando.
Una economía que crece no es sólo una que exhibe números y datos de los que enorgullecerse, sino que sobre todo es una que brinda oportunidades laborales a sus ciudadanos y que dignifica a las personas. Que los habitantes de un país puedan generar ingresos en forma autónoma para satisfacer sus necesidades y preferencias personales (sin depender del asistencialismo), produce no sólo mejores indicadores sociales y avances en la lucha contra el flagelo de la pobreza, sino que una sociedad más armónica y sustentable en el mediano y largo plazo.