Liderazgo ante el cambio climático
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En los últimos 100 años, la temperatura media en Chile ha aumentado cerca de 0,5° C, mientras que las precipitaciones totales anuales han bajado en torno a 200 milímetros en las últimas dos décadas, tendencias que los expertos alertan que se pronunciarán en los próximos años. Según estimaciones del Banco Central, los efectos del cambio climático han tenido un impacto de 0,42 punto porcentual en la economía del país, debido al aumento de la temperatura, y de 0,54 punto por la escasez de precipitaciones en los meses de verano, lo que hace de este escenario un desafío crítico y estructural para la competitividad y la sostenibilidad productiva.
El dilema es complejo: el cambio climático limita el crecimiento, pero es necesario crecer para enfrentar los efectos sociales de la crisis ambiental.
Las implicancias de estos efectos están relacionadas con sectores estratégicos, cuyas repercusiones son transversales para el bienestar social y la estabilidad macroeconómica. El informe del instituto emisor detalla que los sectores productivos más afectados en verano son la minería, el agropecuario, silvícola, de transporte y comunicaciones. Asimismo, datos del Banco Mundial, Naciones Unidas y del Plan Nacional de Adaptación a estos fenómenos alertan que el cambio climático podría reducir el crecimiento anual del PIB chileno en un rango de 1% a 3% hacia mediados de siglo, con una caída del ingreso medio de 10% por debajo del potencial.
En momentos en que el país debate cómo retomar tasas de crecimiento cercanas al 5% es imprescindible incorporar el cambio climático como un eje central en las estrategias de desarrollo económico y social. Esto implica priorizar inversiones en infraestructura resiliente, fomentar la transición hacia una matriz energética sustentable y garantizar una gestión hídrica eficiente que mitigue los impactos en los sectores productivos más vulnerables. Y es igualmente crucial eliminar las trabas burocráticas y regulatorias que obstaculizan proyectos clave para atraer capitales y acelerar el crecimiento económico sostenible en el largo plazo.
Los organismos internacionales recomiendan a Chile invertir en energías renovables y minerales claves para la transición energética, junto con implementar innovaciones y tecnologías para apoyar a los sectores agrícolas, pesquero y silvícola. Pero todo esto requiere de un liderazgo ambiental que resuelva el dilema de base: el cambio climático limita el crecimiento y, al mismo tiempo, necesitamos crecer para enfrentar los efectos sociales que implica la crisis ambiental.
En este contexto, un liderazgo coherente ante las condiciones que impone el cambio climático no requiere oposiciones doctrinarias al desarrollo económico en post del conservacionismo, sino la búsqueda de convergencias hacia la innovación, el emprendimiento, la ciencia, la investigación y la regulación para encontrar soluciones que concilien las necesidades del país. No se trata de elegir entre opciones excluyentes, sino de construir colaborativamente.