Las alzas de impuestos rara vez son bien acogidas por los inversionistas. En Brasil, sin embargo, el anuncio del ministro de Hacienda, Joaquim Levy, fue celebrado con un repunte de la bolsa. Esta es una señal de lo mucho que preocupa a los mercados la debilidad de las cuentas fiscales y de que los esfuerzos de la administración por fortalecer los ingresos va en la dirección correcta.
Lo mismo se puede decir de la renovada determinación con que el banco central está ahora abordando la amenaza de la inflación, endureciendo la política monetaria, luego de que en el primer mandato de la presidenta Dilma Rousseff se viera presionado a relajarla para sostener el recalentado consumo.
Sin embargo, las medidas llegan tarde y demorarán en hacer efecto. El banco central informó el viernes que Brasil registró en 2014 el mayor déficit de presupuesto de su historia. La brecha de US$ 128.500 millones equivale a 6,7% del PIB, más del doble que el 3,5% de 2013.
Y los esfuerzos de la autoridad se verán obstaculizados además por el escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, el mayor que haya visto el país, y cuyos efectos se están contagiando al resto de la economía a través de sus contratos con numerosas empresas locales.