Una jornada poco auspiciosa protagonizó ayer el precio del cobre en la Bolsa de Metales de Londres. Tras ceder 2,36%, la libra del principal producto de exportación chileno se ubicó en el límite de los US$ 3.
Un comportamiento que se condice con la trayectoria a la baja que ha observado en el último tiempo el commodity al ritmo marcado por la desaceleración de la economía china, su mayor consumidor.
De hecho, ayer el catalizador del descenso del cobre fue precisamente una nueva caída de la actividad manufacturera de China.
Esto, en un contexto en que los inventarios del metal ya se comparan con los montos acumulados hace diez años en la capital londinense y en que la misma Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) planteó sus dudas respecto a que este año la cotización promedio del metal se ubique en el nivel proyectado de US$ 3,57 la libra.
Bajo la óptica de la entidad, hoy es mucho más probable que el resultado promedio se sitúe en un rango aproximado de US$ 3,35 a US$ 3,40 la libra. Es decir, por debajo de los US$ 3,60 del año anterior.
La duda que queda planteada es la profundidad del descenso. Y, de allí, que la situación del mercado del cobre no puede resultar indiferente para el actual gobierno y menos para los aspirantes a La Moneda.
Es evidente que Chile, de la mano de la economía china y un cuadro aún complejo en Europa, se encamina hacia un escenario diferente en materia de precio del cobre y, por ende, para las arcas fiscales. Los tiempos de bonanza comienzan a despedirse y la prudencia sugiere prepararse para un panorama de menos ingresos sin descuidar la valiosa disciplina fiscal prevaleciente en el país.