Después de varios intentos en que el mercado fue tanteando el nivel de resistencia, el yen finalmente rompió la semana pasada la barrera de las 100 unidades por dólar por primera vez en más de cuatro años.
Los analistas estaban esperando que esto ocurriría desde que Haruhiko Kuroda asumió a la cabeza del Banco de Japón en marzo, anunciando un masivo plan de intervención cambiaria. Superado ese nivel, las señales sugieren que la tendencia debería continuar, porque el gobierno japonés ha mantenido su discurso agresivo.
La depreciación del yen ha sido saludada por la mayoría de las autoridades globales como un avance que ayudará a consolidar la recuperación de la tercera economía mundial. Por su parte, las empresas japonesas, golpeadas por una década de deflación, están celebrando el aumento de su competitividad en los mercados internacionales, y ya dan muestras de su positivo efecto en los ingresos.
Pero a medida que el yen siga cayendo, aumentarán las voces de gobiernos extranjeros que temen que la política japonesa desate una guerra de devaluaciones competitivas, particularmente en Alemania, una potencia exportadora que sufre por su dependencia del euro.