Editorial

Futuro desalentador

  • T+
  • T-

Compartir

Los cotizantes de hasta 35 años, los más jóvenes del sistema de AFP, cayeron en más de 100 mil en apenas en 12 meses a junio, y el total de personas que ahorran para su pensión disminuyó en 1,5%, de acuerdo con cifras informadas por la superintendencia sectorial. No fueron los únicos, pues todos los rangos etarios de cotizantes sufrieron bajas, como consecuencia del menor dinamismo económico y el consecuente aumento del empleo informal.

Las personas no elijen no cotizar, sino que no lo hacen porque no hay suficientes empleos formales y estables, en un escenario en que la economia no despega.

Las personas entre 20 y 25 años fueron las que más disminuyeron en el sistema de ahorro obligatorio, con una contracción de 11,4%; mientras que el segmento entre 25 y 30 años lo hizo en 3,6%%. Lo inquietante de estas cifras es que son los grupos de trabajadores más jóvenes los que están enfrentando los efectos más adversos de una economía estancada, que en el segundo trimestre logró un crecimiento de solo 1,6%, por debajo incluso de la magra proyección de 2% de expansión del PIB tendencial.

Diversos expertos han señalado que las razones tras esta caída se anclan en el debilitamiento del empleo formal y el avance de la informalidad laboral, fenómeno del que se viene advirtiendo al Gobierno hace meses. Adicionalmente, el desplome de la inversión, que registró una baja de 8,7% en abril-junio, está teniendo impactos relevantes no solo en la creación de puestos de trabajo, sino también en la estabilidad de quienes hoy conforman la fuerza activa. En la actualidad, 11 de las 16 regiones del país registran tasas de informalidad laboral por sobre 30%, lo que es una noticia desalentadora en cualquier escenario.

Ante este panorama, cuesta comprender la explicación de la ministra del Trabajo, quien sostuvo que es la “crisis de legitimidad del sistema de AFP” la razón por la que “muchas personas optan por no cotizar o trabajar en la informalidad, en vez de hacer ahorros para la vejez”. Toda la evidencia apunta a que las personas no eligen no cotizar, sino que no lo hacen porque no hay suficientes empleos formales y estables, en un escenario en que más del 60% de los 286 mil puestos de trabajo creados en el último año son informales.

Lo que sí es evidente es la incapacidad para ofrecer una solución de Estado a las bajas pensiones, en un marco donde, pese al optimismo del Gobierno, la reforma previsional está bajo permanente amenaza de no alcanzar acuerdo en torno a la propiedad de la cotización adicional, la solidaridad del sistema y la operación de la industria de las pensiones.

Es una tormenta perfecta, pero esta vez el efecto no se reduce a caídas de árboles y postes, sino que se trata de la calidad de vida a largo plazo de las personas. Un liderazgo que ponga al centro el crecimiento debiera ser la prioridad, porque para capear este temporal económico, hace falta más que buenas intenciones y optimismo.

Lo más leído