Fundamentos deficitarios en la reforma de pensiones
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Declaraciones del Ejecutivo y de algunos parlamentarios han dado indicios de avances en la discusión de la reforma de pensiones. Se trata de una noticia positiva, pues aunque no se logre consenso para grandes cambios, podrían darse acuerdos en materias que parecen necesarias, entre ellas la política de inversiones y el aumento gradual en la tasa de cotización en capitalización individual.
El Gobierno debería ser mucho más preciso en su definición de a quiénes quiere mejorar y por qué.
Hasta ahora, sin embargo, no existe consenso en el componente solidario, lo que puede deberse a que aún no hay claridad sobre sus objetivos. Los estudios del Gobierno muestran que los jubilados de los primeros quintiles de ingreso cuentan con tasas de reemplazo elevadas, por lo que no serían un segmento prioritario. El problema estaría en los sectores medios altos, los que pese a tener densidades de cotización superiores al promedio, mantienen tasas de reemplazo reducidas, en relación con sus ingresos al momento de jubilar, problema que se agrava entre las mujeres.
Si esos grupos son beneficiarios de la solidaridad intergeneracional, surgen entonces cuestionamientos válidos, ya que sus jubilaciones serían en parte financiadas con cotizaciones de trabajadores formales de ingresos bajos. Y esto no sería el único problema, ya que el estudio de tasas de reemplazo de la Superintendencia de Pensiones muestra, además, que, si se establecen componentes de solidaridad intergeneracional, las tasas de reemplazo futuras serán inferiores a las actuales y no sería justo que los futuros jubilados financien a los ya pensionados.
¿Cómo resolver este rompecabezas? El Gobierno debería ser mucho más preciso en su definición de a quiénes quiere mejorar y por qué. Parece haber una mirada común, en una compensación de hombres a mujeres, debido a la mayor expectativa de vida de ellas, lo que se ha definido como un beneficio en función de las tablas de sobrevida. Podría, entonces, como una condicionante para recibir este beneficio que ambos jubilen a la misma edad, lo que permitiría avanzar en un tema clave en seguridad social y que apunta a prolongar la vida activa.
Un segundo déficit importante de esta reforma es la necesidad de elevar la formalidad, considerando que las llamadas lagunas previsionales son la causa principal de las bajas pensiones. Esto establece un condicionante adicional para la solidaridad, luego de que la PGU logró avanzar en forma importante en el objetivo de aliviar la pobreza en la vejez. Cualquier beneficio solidario adicional debiera darse en función de las cotizaciones, de manera de no seguir profundizando los incentivos a no cotizar.