El presidente Donald Trump ha firmado esta semana un decreto que anula gran parte de las medidas que había impulsado el exmandatario de Estados Unidos, Barack Obama, en el ámbito medioambiental, desbaratando así uno de los principales legados de la administración anterior, e instaurando una gestión radicalmente distinta en esta materia, como en muchas otras.
Su objetivo, según dijo en una ceremonia en la que estuvo acompañado por mineros del carbón, es impulsar la “independencia energética” y “restaurar” miles de empleos. Para ello, anunció, eliminará una serie de restricciones a la producción de energías fósiles y cancelerá la exigencia a los organismos públicos de que consideren en sus decisiones los impactos en el cambio climático .
Aunque ha perdido peso, el carbón sigue siendo un componente esencial de la matriz energética de Estados Unidos, abasteciendo alrededor de un tercio de la electricidad que consume el país. No es casual, entonces, que en su anuncio estuviera acompañado por mineros de esa industria.
El giro en la política medioambiental no incluye por ahora la salida de EEUU del Acuerdo de París (COP2) de diciembre de 2015, aunque vuelve muy difícil que pueda cumplir con los compromisos ahí suscritos.