Con el boom de las energías limpias y los históricos bajos precios que está alcanzado la energía solar en licitaciones de suministro, sólo está pendiente de resolver el almacenamiento de la energía.
Junto a Argentina y Bolivia, Chile posee el 90% de las reservas de litio del mundo, y si bien es el principal productor del mineral, hoy sólo lo exporta a granel. Con un poco de valor agregado podría quintuplicar su precio.
Hasta ahora, se han dado tímidos pasos: Rockwood y la chilena Nanotec están trabajando en la creación de nanopartículas de litio para almacenamiento de energía, y la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile creó Elibatt 4.0, la primera batería eléctrica con celdas de litio.
Son pasos importantes, pero aislados. El desafío es definir una política de Estado que impulse una industria en torno al litio, que fomente la investigación y, en conjunto con los privados, aporte los recursos necesarios para apalancar su desarrollo.
No podemos dejar pasar la oportunidad. El país debe tomar la delantera y crear sistemas de almacenamiento de energía eficientes para transformarse en proveedor de clase mundial de dos mercados crecientes: energías renovables y autos eléctricos.