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Editorial

El envejecimiento de Chile

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 18 de marzo de 2025 a las 04:00 hrs.

Las cifras sobre fecundidad del país informadas por el INE muestran un inquietante panorama: en la última década, los nacimientos han caído 27%, situando a Chile entre los 15 países con más bajo índice de natalidad en el mundo, solo por encima de economías como Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán o Singapur. De acuerdo con los datos de 2022, el promedio de hijos de una mujer en edad fértil pasó de 1,25 en 2022 a 1,16 en 2023, lo que configura una crisis demográfica futura, teniendo en cuenta la mayor expectativa de vida y la disminución de la mortalidad.

Urge abordar la empleabilidad de los mayores de 50 años, la edad de jubilación y otros impactos en la economia.

La Tasa Global de Fecundidad sigue bajando en Chile y en el largo plazo apenas alcanza el nivel de reemplazo de 2,1 hijos, uno de los menores rangos a nivel global. Comparada con 1992, la caída se acerca al 54%, acompañada de un retraso en la maternidad: si hace tres décadas la mayoría de las mujeres tenía su primer hijo entre los 25 y los 29 años, hoy esto ocurre entre los 30 y 34 años.

Este fenómeno no solo está teniendo efectos evidentes en sectores como la salud, la educación y el retail -donde se ha visto una reducción de camas obstétricas, la adecuación de la oferta educativa y un menor consumo de pañales-, sino que además está impactando en la industria de las AFP y de seguros de vejez, en general, así como en una multiplicidad de otros segmentos que deberán adaptarse al crecimiento de la llamada economía plateada y a una menor demanda de servicios y productos dirigidos a niños y jóvenes.

Algunos países han implementado incentivos fiscales para fomentar la natalidad, como las rebajas tributarias que operan en Francia, mientras que otros están alentando un debate sobre cómo una migración ordenada y controlada puede contribuir a aumentar la tasa de nacimientos.

Con todo, es innegable que una caída sostenida y permanente de la natalidad en el largo plazo puede traducirse en un problema demográfico, político y económico difícil de solucionar, más aún cuando el país viene debatiendo hace largo rato cómo aumentar la productividad y, por esa vía, el crecimiento. Con una población cada vez más longeva, resulta relevante abordar la empleabilidad de las personas mayores de 50 años, la edad de jubilación y las implicancias del envejecimiento en el mercado inmobiliario, considerando que los actuales criterios de riesgo financiero y evaluación crediticia están diseñados para una población económicamente activa con un perfil etario más joven.

El tema debiera formar parte del debate electoral que se avecina, pues proyectar el país hacia el futuro implica enfrentar de manera integral desafíos como el cambio climático, la crisis demográfica, la incertidumbre económica global y los movimientos geopolíticos. Es aquí donde el aporte del mundo político puede marcar la diferencia en la definición de estrategias y soluciones innovadoras a problemas que vienen gestándose hace décadas.

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