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Alto contrasteTal como lo definió la presidenta Dilma Rousseff, Brasil está pasando por un delicado momento. Las manifestaciones que surgieron de un hecho puntual, como fue el alza del transporte, han pasado a masivas expresiones de descontento en diferentes ciudades del gigante sudamericano.
Poniendo como contraste los altos recursos que se han dedicado a las obras necesarias para la realización del Mundial de Fútbol en 2014, las demandas ciudadanas comenzaron a abordar reformas en una serie de campos, como en el área política, en la salud pública y en transporte, por sólo citar algunas, a lo que se suman las quejas contra la corrupción que se registra en el país.
En medio de todo esto, la presidenta Rousseff ha propuesto un plebiscito para concretar una postergada reforma política, lo que no dejó satisfechos a los líderes de las manifestaciones y que, al mismo tienpo, provocó inquietud en el mundo político.
Las expresiones de protesta le ponen una cuota más de complicación a la economía brasileña, que junto con exhibir un bajo dinamismo lucha contra las crecientes presiones inflacionarias de los últimos meses, situación que ha llevado a que se resienta al consumo.
