“Don´t cheer for me Argentina…”
Gonzalo Reyes Analista senior de estrategia de credicorp capital
Tras ganar en segunda vuelta Mauricio Macri pone fin a 12 años de kirchnerismo y llena de optimismo tanto a sus adherentes como a los inversionistas. Con un discurso liberal, el principal estandarte durante la elección fue la promesa del cambio, con un enfoque centrado en el desarrollo, donde el crecimiento y los balances externos e internos son una prioridad de la política económica.
El fenómeno de adelantar milagros económicos no es una novedad, ya lo hemos vivido una gran cantidad de veces en otras economías emergentes, como México, Brasil, India o incluso la misma Argentina durante la elección de Carlos Menem en 1989, con resultados decepcionantes. Lo anterior no quiere decir que las economías no puedan hacer un golpe de timón y generar gran crecimiento, ejemplos exitosos de esto son Japón en los 60´s, Corea en los 70´s y Chile en los 80´s. Pero el camino hacia el desarrollo es ciertamente complejo y probablemente doloroso.
Actualmente Argentina tiene problemas estructurales que son difíciles de enfrentar. Por una parte, los altos niveles de inflación y el intrincado sistema de subsidios ponen una carga política importante a la liberalización interna de precios. Por otro lado, los balances externos son casi inexistentes, con múltiples tipos de cambio, una balanza comercial equilibrada a punta de sable y prácticamente sin acceso a los capitales extranjeros.
Lamentablemente, la solución para el segundo problema, la depreciación cambiaria, aumenta la inflación y pone una carga adicional sobre los ciudadanos en el corto plazo. Esto, en un contexto donde la gente está a la espera un "milagro económico" puede ser muy delicado políticamente. A lo anterior se suma que el gobierno no tiene mayoría legislativa en ninguna de las dos cámaras y el triunfo en la segunda vuelta fue por un margen relativamente estrecho.
No me mal interpreten, no quiero ser un amargo pesimista, sino más bien un dolido realista. Para poner la nota de optimismo, pese al duro y complicado camino que le aguarda a la nación trasandina, los beneficios bien valen el dolor de cabeza. Dada la abundancia de recursos, tanto humanos como naturales de Argentina el potencial de crecimiento, de solucionar los problemas estructurales, es enorme.