El precio del cobre en la Bolsa de Metales de Londres ha cerrado ayer a un nuevo mínimo en seis años y medio de US$ 2,13 por libra, profundizando un descenso que ha marcado el año asociado al declive general por el fin del “superciclo” de las materias primas que va de la mano de la desaceleración en el apetito de la economía de China.
Se trata de un escenario que, junto con adelgazar las cuentas fiscales nacionales, por cierto no sólo implica desafíos para los productores de cobre, si no para todos los sectores económicos nacionales.
En efecto, de acuerdo con un análisis elaborado por el Consejo Minero -el gremio que reúne a las grandes empresas del sector que operan en el país- al suponer una caída en el precio del cobre de 20% como la que se ha visto este año y que durara todo 2015 y luego se recuperara lentamente, el impacto acumulado en 5 años sobre el PIB sería una caída de 4,2%.
Según el estudio, para compensar este menor crecimiento, y basado en el mismo modelo, la productividad debería aumentar 16%, lo que según los responsables del análisis es “prácticamente imposible” en el corto plazo, por lo que se requiere el diseño de medidas específicas para afrontar el contexto actual.