Una imagen vale más que mil palabras. La foto oficial del inicio de las negociaciones para “sentar las bases” de la paz entre Ucrania y Rusia tuvo como protagonistas en su primera jornada al secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en el Palacio Diriyah de Riad, en Arabia Saudita.
Sin representación europea y menos ucraniana, el encuentro de ayer se produjo después de que los mandatarios y líderes del viejo continente no lograran trazar una estrategia común y así responder al intento de Donald Trump de imponer un nuevo orden mundial (el suyo).
“Decenas de columnas y editoriales de diarios muestran a una sociedad (europea) escandalizada frente a lo que consideran la ‘mayor disrupción estratégica global desde el fin de la Segunda Guerra Mundial’”.
En Europa la desazón es total. Decenas de columnas y editoriales de diarios muestran a una sociedad escandalizada frente a lo que consideran la “mayor disrupción estratégica global desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”. Un verdadero agravio. Pero esta situación solo evidencia lo que desde hace rato se cuestiona al bloque: la falta de liderazgos y la incapacidad de avanzar en una estrategia común de verdadera unión política y visión a largo plazo en la región. Lo que hasta hace algunos años, era su principal activo.
El Presidente francés, Emmanuel Macron, trató de hacer su mejor esfuerzo al convocar de urgencia –este mismo lunes- a una cumbre en París para ofrecer una respuesta unitaria de parte de la Unión Europea. Acción que parecía de toda lógica, teniendo en cuenta que los gobiernos del bloque han mostrado un apoyo irrestricto a Ucrania desde que comenzara la invasión rusa, hace casi tres años.
Sin embargo, la cita de cuatro horas –donde estuvieron los líderes de Reino Unido, Alemania, España, Italia, Polonia, Países Bajos y Dinamarca - no logró el consenso necesario para el envío de tropas que garantice el cumplimiento de un eventual acuerdo de paz, debido a la resistencia de varios países, particularmente de España y Alemania.
Una debilidad que Trump ha sabido aprovechar y proclamar. De hecho, la semana pasada, su vicepresidente, J.D. Vance, en un provocador discurso en la Conferencia de Seguridad en Múnich sentenció que solo EEUU podía ofrecer a Kiev garantías suficientes de seguridad estratégica y eso es lo que en la cumbre de Riad busca establecer.
Europa no tiene más opción que buscar ser oída, pero para ello debe partir por tener una posición común y de esta forma hacer frente al desafío lanzado por la administración Trump. La gran interrogante es si sus líderes están en condiciones de lograrlo o simplemente se conformarán con ser relegados a un segundo plano en este nuevo orden global. Por de pronto, Macron ha llamado a una segunda reunión con el objetivo es incluir a países que no participaron en la cumbre del lunes, lo que anima las expectativas de que no se quedarán de brazos cruzados.