Diversos expertos en temas económicos y legales y ayer en estas páginas también el destacado economista Sebastián Edwards han advertido que la propuesta de reforma tributaria que se tramita en el Congreso es de una complejidad superlativa y que sus implicancias sobre la densa trama de normas que componen el día a día del sistema impositivo y económico recomiendan un tranco más pausado.
Hasta hace poco se pensaba que las mayorías parlamentarias de la coalición gobernante y el trabajo previo de elaboración de los equipos técnicos de Hacienda anticipaban un escenario distinto al que se ha vivido, en donde los reparos de la propia Nueva Mayoría y las observaciones técnicas de distintos sectores de la economía real han abierto espacios de discusión y ajuste.
Ambas situaciones, más otras de orden político expuestas entre otros por el ex senador Camilo Escalona, hacen recomendable convocar y consolidar visiones de modo de que los cambios que se realicen finalmente no sólo no tengan efectos legales y operativos inesperados, sino que también no produzcan efectos económicos adversos o un clima político y social que eche por tierra la exitosa estrategia de acuerdos que tantos frutos positivos ha tenido para el país en las últimas décadas.
El llamado que cada vez congrega más voces a nivel de agentes económicos, del mundo político y de los expertos apela a las autoridades y al Congreso, quienes tienen la oportunidad de demostrar que la validación del programa de gobierno en las urnas no era un cheque en blanco, máxime cuando muchas de las modificaciones se conocieron en detalle con posterioridad.