Click acá para ir directamente al contenido
Editorial

Cartas al Director

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 12 de marzo de 2015 a las 04:00 hrs.

La pregunta del momento


Señor Director:
En su excelente columna publicada en la edición del martes, el profesor Matko Koljetic se refiere a una gran pregunta: ¿Porqué existen las empresas? Tras su análisis, concluye que en la medida que ellas actúen en forma legítima, la creación de valor económico para sus accionistas y para sus restantes stakeholders no se contradicen, sino que son dos caras de la misma moneda.
Si bien comparto su conclusión, creo que en el siglo XXI este enfoque debe ser complementado con una preocupación de las empresas, en especial de las de mayor tamaño, por incorporar en sus respectivas misiones el generar un impacto material en las distintas necesidades sociales asociadas a sus negocios. Así por ejemplo, la banca no puede ser indiferente a la bancarización del país, ni a la cultura financiera de sus ciudadanos; una empresa de telecomunicaciones a la integración de los lugares más remotos de nuestra geografía; o las AFP a la tasa de reemplazo de sus pensionados. Estos son los nuevos desafíos corporativos, conceptualizados muy lúcidamente en nuevas miradas del objetivo de los negocios, como por ejemplo la que sustenta el profesor Porter y otros en su propuesta de Capital Compartido. Este es también, a mi juicio, el nuevo rol público de las empresas en la sociedad, al que alude el profesor Koljetic.
León Cohen Delpiano
Director de empresas


Leyes y más leyes...


Señor Director:
Recientemente, el Senado despachó la ley que establece un mínimo de 20% de música chilena en las radios, sumado a que –de la exigencia– un cuarto deberá ser llenado con composiciones emergentes, todo con algunas restricciones de horario. La pregunta clave es, ¿la nueva ley es beneficiosa para la sociedad? La respuesta no tiene nada que ver con un espíritu nacionalista que lleve a defender ciegamente lo chileno, sino que más bien en identificar los grupos que se verán retribuidos y quienes perjudicados. Entre los primeros, obviamente están los artistas nacionales, al menos desde el punto de vista de una mayor probabilidad de exposición. ¿A qué costo? El primer costo es el que tienen que asumir las personas que no quieren escuchar música nacional (de nuevo, no tiene nada que ver el sentido patriótico). Otro costo –a mi parecer mucho mayor–, es el de generar una medida que desde su concepción va en contra de las libertades individuales.
Separemos la paja del trigo. Si fuera por un espíritu de identidad nacional, cada quien libremente podría cambiar sus compras desde discos de un artista internacional hacia uno nacional. Esta información sería considerada por las radios, que observarían una mayor demanda por cantantes domésticos, y en su ánimo de ganar en sintonía y mantener a sus auspiciadores, satisfarían las necesidades de la audiencia, todo en un contexto de sana competencia. Esto no es lo que está pasando. Se nos impone por la fuerza (ley) una cierta conducta -debemos escuchar 20% de tal música-, disfrazándola de un sentido patriótico, o argumentando la enorme influencia de la música internacional que la lleva a ser muy homogénea, lo cual es al menos cuestionable.
El mayor problema no es la medida en sí misma, probablemente con impacto muy marginal, sino que la lógica detrás de pensar que las cosas se resuelven con leyes. Peor aún, con las que ignoran la facultad de elegir de las personas, y atropellan sus libertades.
Félix Berríos Theoduloz
Magíster Economía, PUC


Libertad vs planificación


Señor Director:
Planificar las aspiraciones humanas es una verdadera aberración, más aun cuando la fatal arrogancia de quienes ostentan el poder, y otros que aspiran a administrarlo, suelen señalar básicamente que las personas no son capaces de elegir por si mismas. El problema es que terminan imponiendo una forma de manejar la sociedad que va en contra de la naturaleza propia de las personas que, al fin y al cabo, son las que mejores saben para forjar su propia felicidad. Por eso es importante la libertad de educación, protección de la vida, balance de poder y sociedad de personas activas.
Francisco Sánchez
Coordinador Círculo Acton Chile

Te recomendamos