Brasil se mantiene en medio de una crisis, y los expertos siguen corrigiendo a la baja sus proyecciones para la contracción del PIB este año. Pero ya comienza a ver luz al final del túnel, y en las últimas semanas se han multiplicado las señales positivas que dan confianza a los inversionistas. El gobierno del presidente Temer está demostrando que tiene capacidad para poner orden en el congreso, donde la cámara de diputados ya aprobó una ley que limita el gasto fiscal, una reforma que será clave para dar estabilidad al país en el futuro.
Un alto funcionario del Ministerio de Hacienda confirmó la semana pasada que la nueva administración va a superar la meta fijada para el presupuesto 2016, y después de la debacle por los denominados pedaleos fiscales, el Banco Nacional de Desarrollo pronto comenzaría a devolver al Tesoro parte de los 100 mil millones de reales que recibió de manera irregular del gobierno de la impugnada Dilma Rousseff.
Pero Temer debe avanzar rápido, antes de que la constructora Odebrecht concrete su acuerdo de delación compensada a comienzos de 2017, y las nuevas revelaciones de corrupción que afecten a las nuevas autoridades vuelvan a agitar el ambiente político.