Editorial

Biobío, volver a crecer

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La próxima semana se realizará en Concepción el Encuentro Regional de Empresas (Erede) 2024, en el que se espera que los actores locales puedan debatir en profundidad el Plan de Fortalecimiento Industrial del Biobío que presentó el Gobierno hace unas semanas, tras el complejo escenario abierto por el cierre definitivo de la siderúrgica Huachipato, luego de 74 años de operaciones y la pérdida de miles de empleos en una región que es uno de los polos industriales más relevantes del país.

“Después de una década de estancamiento económico y sumado a la contingencia que estamos viviendo, el sueño del desarrollo pleno en la región parece más distante que nunca”, dijo a DF el presidente de Irade, Paul Esquerré y con sus palabras reflejó la crisis que vive la zona, tras años de una acelerada desindustrialización de su matriz productiva. Las cifras son elocuentes: las estimaciones de gremios y expertos indican que en el sector forestal se han perdido tres mil puestos de trabajo al año; la construcción cerrará con 20 mil empleos menos que en un ejercicio normal; en el rubro de la pesca industrial unos 6.500 puestos enfrentan altos niveles de incertidumbre ante el debate de una nueva ley de pesca; y el cierre de Huachipato afectará a cerca de 22 mil empleos directos e indirectos.

La recuperación de la crisis regional requiere menos permisología, más infraestructura y seguridad.

Tras el cierre de la siderúrgica, el Ministerio de Economía lanzó un plan de 32 medidas y cinco ejes, para impulsar el empleo y reactivar la economía de la región, buscando destrabar proyectos por unos US$ 6.800 millones. Estas iniciativas contemplan poner en marcha un plan de acompañamiento a empresas que fueron proveedoras de Huachipato, acceso a financiamiento e inversión para encontrar nuevos clientes, flexibilización tributaria, reinserción laboral y subsidios de retención de empleados. A fines de los años ’90, tras el cierre de Lota, se dispuso un plan de parques industriales, atracción de empresas con exenciones fiscales y reconversión de mineros, que pese a las buenas intenciones no solo fue un fracaso, sino que elevó la pobreza dura en la zona.

Entre los nuevos anuncios del Ministerio de Economía para la región hay un “Plan nacional de acero verde 2030” para la recuperación de la producción nacional, lo que en entrevista con DF el gerente de Metálicos de AZA, Juan Greibe, calificó como una “bonita idea, pero en etapa incipiente”. Y este es un nudo clave de la estrategia para la región, la puesta en marcha de una visión conjunta público-privada, que permita recuperar la inversión y los más de 22 mil empleos que no se han reincorporado a la economía regional tras la pandemia.

El plan de fortalecimiento industrial ha sido valorado como un primer paso, pero para salir de la crisis regional se requieren certidumbres mayores, que no son distintas de las que demanda el resto del país: menos permisología, más infraestructura y seguridad. No hay que olvidar que esta es la misma región donde seis árboles frustraron una inversión de US$ 130 millones en tierras raras, un incipiente sector estratégico, afectado por las incertezas.

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