Una corrección a la baja superior al descuento de estimaciones aplicado al grueso de los mercados de la región (algunos de los cuales incluso vieron mejorar sus pronósticos) fue tal vez lo más llamativo del último Panorama Económico Mundial liberado el martes por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con un recorte de un punto porcentual (sólo superado por Venezuela que se hundiría dos puntos más en su recesión este año), nuestro país fue severamente corregido en su previsión de PIB 2016 a un 1,5%, nivel que incluso está por debajo de lo que espera el promedio de los economistas locales consultados esta semana por el Banco Central.
El hecho no deja de ser llamativo, sobre todo porque la norma por parte de organismos internacionales es que sus pronósticos no sean más pesimistas que la expectativa del mercado o las autoridades locales.
Ayer el ministro de Hacienda, el mismo día que partía a Washington a la tradicional reunión de primavera del Fondo, se tomó un tiempo para comentar la cifra, dando a entender que es probable que esté desactualizada e influida por la información de hace algunas semanas. Si bien el ministro hace un punto, resulta difícil de aceptar que un organismo como el FMI haga decisiones de este alcance sobre la base de datos de último minuto, más aún cuando su track record más bien da cuenta de posiciones conservadoras. Si bien es entendible que una realidad como la descrita por FMI sea incómoda para las autoridades, el rigor hace recomendable más cautela en las declaraciones, en especial tras el antecedente del Imacec “golondrina” de febrero el cual fue celebrado sin aspavientos a sabiendas de su carácter excepcional.