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Columnistas

Vulnerabilidad versus fundamentos: ¿cuál es el balance local?

No cabe duda que el escenario macro ha presentado un deterioro...

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 28 de mayo de 2012 a las 05:00 hrs.

No cabe duda que el escenario macro ha presentado un deterioro en los últimos meses, principalmente por eventos acontecidos en la eurozona. Probablemente usted se preguntará lo siguiente: si la crisis de Grecia ha sido la tónica al menos desde 2010, ¿Qué explica el reciente cambio de ánimo? 


Al respecto, destacamos la materialización de tres eventos críticos: En primer lugar, los cambios en el escenario político (menor apoyo a la UDC en Alemania, el cambio de coalición gobernante en Francia y la composición del parlamento griego, entre otros), han generado una mayor dificultad para alcanzar acuerdos en el balance austeridad -crecimiento dentro de la región. En segundo lugar, las cifras de actividad han dejado en evidencia una recesión mayor a la esperada, presionando al alza los déficits fiscales y con ello las necesidades de financiamiento. En tercer lugar, y principal preocupación, corresponde a la reciente fuga de depósitos desde la banca griega, generando una real amenaza a la estabilidad no sólo del sistema financiero europeo sino que global. Es más, de concretarse dicho riesgo, los alcances serían de una magnitud insospechada.

Claramente este nuevo balance de riesgos genera una serie de interrogantes en cuanto al impacto sobre la economía chilena. En este contexto, creemos que resulta útil analizar dos dimensiones de forma paralela: la primera se refiere a la vulnerabilidad que posee nuestra economía ante un deterioro del escenario externo. Y es justamente en este aspecto donde las cifras llaman a la cautela: el alto volumen de comercio (que este año sería en torno a 60% del PIB) y la importancia que posee el cobre tanto en las exportaciones (alrededor de 60% del valor nominal) como en los ingresos fiscales (entre otros) dejan en evidencia el alcance que tendría una mayor recesión externa y una brusca caída en el precio de los commodities en el sector real de la economía.

Complementando este análisis, las cifras del sector financiero muestran un cuadro similar, más aún al considerar que los flujos (brutos) de inversión de cartera y directa representaron en 2011 alrededor de US$ 30.000 millones, explicando entre ambas zonas prácticamente la totalidad de las relaciones financieras con el exterior. Ante estos números, ¿qué podemos decir? Sí, la económica chilena no es en lo absoluto inmune a lo que ocurra en el resto del mundo.

No obstante, este análisis se debe contrastar con la capacidad de respuesta que posean las autoridades ante una eventual transmisión de la crisis. En este ámbito, los resultados no hacen más que confirmar el amplio espacio de acción que poseen las autoridades para mitigar gran parte de los efectos negativos: por ejemplo, una Tasa de Política Monetaria en 5,0% (y por ende un espacio significativo para disminuirla) y la acumulación de reservas internacionales durante 2011 (a más de 15% del PIB) permitirían tanto inyectar liquidez como enfrentar eventuales presiones deflacionarias. Asimismo, la acumulación de recursos tanto en los fondos soberanos como en los activos del Tesoro Público (actualmente en torno a 12% del PIB) entregan la opción de financiar medidas pro crecimiento sin incrementar de manera relevante la deuda externa. 
Pese a lo optimista que pueda resultar este análisis, es muy relevante destacar que estos recursos en sí no aseguran un exitoso manejo en una crisis, el timing, la coordinación y la utilización de las herramientas adecuadas (las cuales estarán en función del canal a través del cual se transmita la crisis) son determinantes para lograr una buena ejecución de política económica. De todas maneras, más allá de estas condicionantes, aún tenemos razones de sobra para esperar un buen desempeño de la economía chilena en relación al resto del mundo.

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