Tormentas de fuego y cambio climático

Eduardo Bitran

Las tormentas de fuego que azotan a nuestro país son consecuencia de diversos factores concomitantes, siendo el principal el cambio climático, que genera condiciones extremas que facilitan la propagación descontrolada del fuego. Estas condiciones, que aumentarán su frecuencia a futuro, ponen de relieve un debate sobre el balance entre el esfuerzo de mitigación y adaptación al cambio climático que realiza nuestro país.

Chile ha sido un líder entre los países emergentes en su esfuerzo de mitigación del cambio climático, es decir, en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), a pesar de que sólo contribuimos en un 0,26% a nivel global. Entonces, es razonable preguntarse por qué tanto énfasis en mitigación, cuando nuestra contribución en emisiones es marginal. En tanto, ha existido baja prioridad en las políticas de adaptación al cambio climático, en un contexto en que Chile aparece entre los países más vulnerables, siendo las tormentas de fuego uno de los principales riesgos y que impone un significativo esfuerzo de adaptación.

“Es preciso estudiar modelos de desarrollo agroforestal que generen sinergias en los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático”.

Sin perjuicio de la necesidad de aumentar nuestro esfuerzo de adaptación, existen importantes fundamentos que justifican el énfasis que Chile ha puesto en iniciativas de mitigación al cambio climático.

Dadas las ventajas que tiene Chile en recursos energéticos renovables y materias primas esenciales para las industrias limpias, en un contexto en que se fortalece la acción climática global, se nos presenta una oportunidad extraordinaria de posicionar nuestras exportaciones con atributos sustentables crecientemente valorados a nivel internacional; siendo la actividad forestal uno de sectores que capturan CO2 y cuya fibra se constituye en un sustituto de productos sintéticos basados en derivados del petróleo.

No obstante, el aumento de la frecuencia de incendios catastróficos, en que el principal combustible es la biomasa forestal, nos obliga a repensar el modelo productivo agroforestal. Las emisiones de CO2 causadas por los incendios en 2017 y este verano son equivalentes a todas las emisiones de Chile en un año. Sin embargo, a pesar de los devastadores efectos de la tormenta de fuego del 2017 y la certeza de que el cambio climático llevaría a la repetición de las condiciones que generaron esa catástrofe, el país no avanzó en repensar su modelo agroforestal.

El inmovilismo en este ámbito, en la medida que se acelera el calentamiento global, no sólo impedirá cumplir con la meta de carbono neutralidad comprometida al 2050, que requiere la captura de al menos 60 millones de toneladas de CO2 por parte del sector forestal, sino que haría inviable la actividad forestal por el enorme costo social que implicaría la recurrencia de estos incendios.

Esto exige estudiar a la brevedad modelos de desarrollo agroforestal que permitan intercalar actividades que retarden la propagación del fuego y así generar sinergias en los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático.