La tasa máxima convencional (TMC) es otro ejemplo donde una política pública, con fines nobles y correctos, consigue efectos indeseables. Típico ejemplo además, donde los objetivos electorales de algunos políticos se antepusieron al de los ciudadanos. En efecto, los políticos anuncian que se bajará la tasa de los créditos por ley, con lo cual los deudores deberán pagar menos por sus créditos, y de paso dejan el sabor en éstos, de que quienes cobran los elevados intereses habían estado abusando de ellos.
La realidad es que con la entrada en rigor de la TMC muchos de los endeudados se verán beneficiados por esta baja. Sin embargo, una parte no despreciable de la población, sobre todo aquella más vulnerable a los vaivenes del mercado laboral, es decir la de menores ingresos, quedará fuera del acceso al crédito, tanto porque la baja de tasas no alcanza para que la institución compense el riesgo que asume al prestarles dinero, como porque los costos fijos de procesar dichos créditos son proporcionalmente más altos para los créditos pequeños.
Pero lo que pocos han discutido, es que muchas empresas del retail, que hasta ahora obtenían una parte significativa de sus utilidades en el negocio financiero, ahora no lo podrán hacer, con lo cual no les quedará más que aumentar los precios de los productos que venden para compensar la caída de márgenes con más ingresos provenientes del negocio de venta de productos. Es más, cuando se analizan los estados financieros de las principales empresas de retail se puede verificar cómo las empresas más chicas, coincidentemente aquellas cuyo mercado objetivo son los sectores de menores recursos, las utilidades provienen mayoritariamente del negocio financiero. Estas empresas son las que no podrán prestarles dinero a muchos de sus clientes, por el problema de riesgo con la nueva TMC, con lo cual no les quedará más, si quieren mantener márgenes, que subir los precios de los productos que venden. Es decir, un efecto colateral indeseado de la entrada en vigencia de la TMC es que los precios tenderán a subir.
Muchos estarán pensando que la competencia del sector, de alguna manera liderada por las empresas grandes, no les permitirá subir los precios. Creo que es factible, pero el problema es que esta medida tenderá a concentrar el poder en las empresas más grandes, y esto como política pública no es deseable.
Como muchas de las empresas del sector retail transan sus acciones en bolsa siempre es bueno cotejar las teorías con lo que el mercado ha estado haciendo con las acciones. Desde que se anunciara la entrada en vigencia de la ley, todas las acciones de empresas de retail han caído como promedio tres veces más que el IPSA. Las mismas acciones hasta antes del anuncio caían como promedio menos que la baja del IPSA.
En definitiva, puede que más de algún político se haya dado un gustito electoral con la aprobación de la ley de tasa máxima convencional, pero está por verse cuáles serán sus efectos en el largo plazo, sobre todo cuando los ciudadanos tengan que pagar más por los mismos productos y varios de ellos se den cuenta que hoy no tienen acceso al crédito y puede que no puedan comprar el producto que anhelan.