Stop Asian Hate
MARÍA MONTT Académica Instituto de Historia y Centro de Estudios Asiáticos UC, exdirectora ejecutiva Instituto Confucio UC
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María Montt
Como ha sido cubierto por la prensa a nivel global, hemos visto con horror la muerte de seis mujeres de ascendencia asiática en Georgia, EEUU. Aunque aún se está investigando el caso, “Stop Asian Hate” es la frase que se ha viralizado buscando visibilizar el racismo y xenofobia, la violencia y los crímenes de odio contra personas de origen asiático. Este movimiento se enriela a continuas denuncias de racismo, de hecho, los reportes de actos de odio hacia personas asiáticas aumentaron exponencialmente desde el inicio de la pandemia. Debido a ésta han sido muchas las expresiones racistas producto de la asociación del virus (que no tiene nacionalidad) con China, tanto en Chile como en otros países.
Acá, en los últimos días se han compartido en redes sociales videos de jóvenes nacidos en Chile de origen asiático, donde cuentan sus experiencias y las de sus amigos como víctimas de racismo, así como de los silencios cómplices que no detienen esas agresiones. El recibir mensajes agresivos, insultos en el colegio, en la calle y en la micro, son cosas que han vivido desde niños. Como muestran sus testimonios, conviven con esa violencia y el miedo que esto trae consigo en su día a día, afectando su autoestima y la manera en que se perciben a sí mismos. Son testimonios que conmueven y estremecen, y que nos interpelan a tomar cartas en el problema.
La relación de Chile con nuestro primer socio comercial —la “conexión a China”, como la ha llamado este diario— pasa necesariamente a través de personas. Si no combatimos abiertamente el racismo y la xenofobia, es la misma “conexión” la que corre peligro: para poder pensar en colaboración, debemos pensar desde una perspectiva abierta y empática. Así como hemos visto el aumento en la presencia de empresas chinas en Chile, y a medida que continúa creciendo el intercambio económico con China, así como con las otras naciones de Asia, lo más probable es que aumente la migración asiática a nuestro país. Si no luchamos abiertamente en contra del racismo y la discriminación, podríamos enfrentar un escenario y situaciones complejas.
Debemos tomar medidas concretas que eviten este tipo de actos de odio: condenar públicamente el racismo, tener políticas antidiscriminación, evitar los estereotipos, apoyar a las víctimas, y educar en empatía y respeto a nuestra comunidad. Junto con eso y al mismo tiempo, necesitamos reflexionar continuamente acerca de nuestras propias prácticas y actitudes.
Como dijo el Presidente norteamericano, Joe Biden, el odio y la violencia a veces se esconden a plena vista y muchas veces se encuentran con silencios: “Este silencio es cómplice, y no podemos ser cómplices”. A fin de cuentas, las palabras tienen consecuencias: debemos utilizar un lenguaje que no discrimine a las personas por su origen o ascendencia. Nuestro país debe ser un espacio seguro para personas de distintas nacionalidades y orígenes. Aquí también, paremos el odio.