Cuando tenía 13 años mis padres me preguntaron si quería ser bailarina profesional. Entendiendo parte de lo que esa decisión implicaba en mi futuro y el de mi familia, mi respuesta fue no y, pese a que no abandoné la danza sino casi una década después, nunca olvidé ese momento en que fui formalmente consultada respecto de una decisión crucial sobre mi destino. 20 años después, trabajando en gobierno corporativo como abogada, rescato esa experiencia para destacar la relevancia de contar con la participación de los stakeholders en la toma de decisiones relevantes que los o las impactarán.
Generalmente, el gobierno corporativo de las grandes empresas y demás organizaciones que influyen decisivamente en el futuro del país está compuesto por un grupo selecto de personas que suelen compartir visiones y experiencias, limitando el valor de la diversidad, dejando fuera puntos de vista que, de ser considerados a tiempo, podrían evitar conflictos y aportar a la sostenibilidad del propósito y proyectos de aquellas organizaciones.
Una de las causas para no innovar e involucrar a los principales stakeholders que, para bien o para mal, vivirán en carne propia las consecuencias de la toma de decisiones de otros, puede ser considerar que éstos carecen del conocimiento suficiente para opinar y enriquecer la discusión; es decir, muchas veces son excluidos en base a una visión paternalista que subestima su potencial aporte como, por ejemplo, en el caso de las comunidades el conocimiento sobre su propio territorio y su propia visión de desarrollo. Otra causa puede ser la presencia de conflictos de interés respecto del asunto discutido; en este caso, el problema de excluir a los stakeholders de la discusión original suele darse una vez que la decisión está tomada y los efectos adversos comienzan a sentirse, lo que posiblemente no permitirá la consecución de los objetivos del proyecto de la forma en que han sido concebidos, afectando los intereses de ambas partes.
Un ejemplo notable de que involucrar a los stakeholders en la toma de decisiones de la empresa es posible, se dio a conocer el año pasada cuando los accionistas de Friosur traspasaron a sus trabajadores el 20% de la firma permitiendo que uno de sus representantes ocupe un lugar en el directorio de la compañía.
La práctica de incluir a trabajadores en los directorios, que los trabajadores puedan designar directores o que deban ser consultados sobre decisiones que los afecten, es conocida como co-determinación ("mitbestimmung"). Para los trabajadores en Dinamarca y Suecia la co-determinación es un derecho y para las grandes empresas en Alemania y Noruega corresponde a un mandato legal. En Chile, por el contrario, la participación directa de trabajadores en los directorios de las sociedades anónimas está prohibida, no así la posibilidad de que representantes de los principales stakeholders de las compañías integren sus directorios, práctica que por el momento estaría dentro del marco de la autorregulación.
Involucrar a los principales stakeholders en el proceso de toma de decisiones relevantes permite no sólo que éstos sientan que se les respeta y valora, sino también generar diálogos en condiciones de horizontalidad y un proceso de toma de decisiones más inclusivo, así, la generación de valor no es unidireccional, logrando que tanto el management de la organización como sus stakeholders formen parte del proyecto y, por lo tanto, que ambas partes sean responsables de su éxito.