Sin seguridad no habrá crecimiento
Eduardo Vergara B. Director ejecutivo de Chile 21
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Eduardo Vergara B.
Hoy lo que está en juego es frenar la inseguridad y la violencia que se extiende por el país, por ello las próximas elecciones presidenciales son fundamentales. ¿Aguanta el país la continuidad de una lógica de seguridad regresiva como la implementada por el gobierno actual? ¿Soportan la actividad económica, el emprendimiento y el crecimiento cuatro años más de inseguridad, violencia, ingobernabilidad y fracasos?
La vulnerabilidad de familias y territorios coexiste con un crecimiento acelerado de la violencia y la criminalidad. Cada centímetro que el Estado se ha contraído en su capacidad de proteger es un centímetro que ha sido entregado al crimen y al narco. Durante esta administración hemos vivido niveles de violencia pocas veces vistos, un aumento de 20% en los homicidios durante el 2020, y un crecimiento del universo de las armas. La violencia además se manifiesta en contextos de marchas y demostraciones. Esto un impacto sobre la paz social determinante para que se cumplan otras actividades fundamentales para el desarrollo como la actividad productiva y económica.
Es urgente implementar al menos cuatro elementos. Lo primero, un cambio al sistema de seguridad que se concentre en el gran crimen organizado para actuar hacia abajo. No al revés, como fracasadamente opera hoy, generando encarcelación de pobreza e impunidad a grandes criminales bajo una lógica que termina por robustecer su poder. Con ello, un sistema de inteligencia sin complejos, democrático y eficiente. Reformas profundas a nuestras policías, nuevas atribuciones operativas en prevención para municipios y gobernaciones y de tarea frente al crimen organizado son urgentes.
Lo segundo es la gobernabilidad, sustentada en la determinación para actuar y la credibilidad para hacerlo. Gran parte de las acciones preventivas, investigativas y de persecución descansan en ello. Lo que hoy vemos son respuestas de fuerza bruta que, en vez de disminuir los conflictos, los escalan. La continuidad de los mismos en el poder significará la aplicación de la misma receta que generará más fricción social con consecuencias ya conocidas.
Lo tercero es la urgencia de instalar institucionalidad de seguridad para el comercio y el emprendimiento. Un negocio asediado por el crimen no puede sobrevivir. Esto debe ir acompañado de un cuerpo dentro de Carabineros especialmente dedicado al comercio que pueda operativizar demandas, a la par de una seguridad privada profesional. Pendiente está la Ley a la Seguridad Privada.
Lo cuarto radica en abrir de una vez por todas el debate sobre la transformación de mercados hoy ilegales en legales, para regularlos y dejar de darle recursos casi ilimitados al crimen. No podemos seguir haciendo vista gorda a una serie de fenómenos económicos simplemente porque a algunos no les gustan. Un ejemplo concreto es el mercado de drogas: debemos partir por legalizar la cannabis.
Porque el próximo gobierno será determinante, llegó la hora de evaluar la realidad, hacerse parte de los diálogos con sectores hoy opositores y tomar decisiones por el bien del país.
Tenemos la oportunidad y obligación de cambiar el rumbo, donde el gobierno y los actores económicos pueden transitar por la misma línea para levantar Chile. Seguir por la misma senda es seguir directo al precipicio. Es la invitación, pero también una salida para terminar con esta crisis de inseguridad que vivimos.