¿Se justifican las movilizaciones estudiantiles?
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Los movimientos estudiantiles del año 2006 motivaron la creación de un acuerdo amplio y representativo de los distintos sectores de la sociedad para reformar la institucionalidad de la educación. La discusión sobre una reforma profunda al funcionamiento del sistema duró varios años y recién en abril se terminaron de crear las tres nuevas instituciones que, junto con el Ministerio de Educación, estarán encargadas de velar por el buen funcionamiento del sistema.
Los secundarios plantean que se tiene que cambiar la Constitución Política de Chile para poder mejorar la educación. Cuestionan el principio de subsidiariedad, alegando que sólo beneficia a las grandes corporaciones empresariales y monopólicas. Sin embargo, sin este principio el Estado podría, por ejemplo, prohibir la existencia de los actuales movimientos estudiantiles. Seguramente, si lo piensan más detenidamente, los secundarios cambiarían su opinión al respecto.
Contrastando drásticamente con lo anterior, está la exigencia de un pase escolar gratuito y que dure todo el día y todo el año. Es decir, quieren que la sociedad les subsidie todos sus viajes.
Piden el fin de la municipalización a favor de un mayor centralismo, lo que va justo en contra de la tendencia mundial en educación y la organización descentralizada que existe en los países con los mejores sistemas educativos. El problema de los colegios municipales no es que éstos dependan de la municipalidad, sino que en los sistemas de rendición de cuenta, incentivos y gestión. La introducción de la Subvención Escolar Preferencial y la nueva Ley de Calidad y Equidad contribuyen a mejorar estos aspectos.
También se muestran en contra de los colegios particulares subvencionados, a pesar del rol fundamental que tuvieron éstos en lograr la cobertura universal de la educación básica y media y sin contar que tienen mejores resultados educativos y menores costos para el Fisco que los colegios municipales.
Las movilizaciones estudiantiles actuales no han logrado justificarse al carecer de posturas coherentes y es inexplicable el descontento hacia un sistema recién estrenado.
La lógica mediante la cual las minorías ruidosas se imponen sobre las mayorías que quieren vivir en paz atenta contra el sistema de democracia representativa que tanto valoramos.