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RSE y desarrollo sustentable

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Recientemente Chile y Suecia firmaron un Memorándum de Entendimiento sobre cooperación en Responsabilidad Social Empresarial (RSE), otorgando una valiosa señal de compromiso con el desarrollo sostenible, ámbitos que hoy despiertan la atención de los sectores público y privado nacional.



La prolongada crisis financiera global, sumado al deterioro del medio ambiente y un mayor protagonismo de la sociedad civil en demanda de soluciones concretas, precipitaron un cambio de paradigmas en la relación entre empresa y sociedad. Así lo registró la reciente Cumbre de Rio+20, donde se reconoció la necesidad de otorgar un trato igualitario a los conceptos ambiental, social y económico del desarrollo sostenible. Este último se basa en el crecimiento económico sostenible; la preservación del medio ambiente; inclusión social; y, en la afirmación de integridad y combate a la corrupción. En esta línea, se enfatizó que las empresas son parte de un entorno socio ambiental con consecuencias económicas, sociales y ambientales en sus operaciones.

La incertidumbre y desconfianza derivada de dicha crisis, no sólo encendió voces de alerta en los actores financieros, sino que en el sector laboral representado masivamente en Río, el que exigió respuestas concretas centradas en la persona humana. Es aquí donde se inscribe la RSE, la que llegó para quedarse, por lo que la observancia de sus principios rectores merece nuestra mayor atención, si queremos garantizar un desarrollo sostenible en el tiempo.

Conforme al Pacto Global de Naciones Unidas, la RSE se plantea en tres planos: derechos humanos, laborales y ambientales, siendo parte de su misión coadyuvar al fortalecimiento de la sostenibilidad. Para la Unión Europea, las empresas aparte de observar conductas responsables en lo social y ambiental, deben incorporar el factor ético, el respeto a los derechos humanos y la preocupación por los consumidores.

Conforme lo expresara el presidente de Irlanda en CepaL, una aproximación estratégica a la RSE debe ser vista no sólo en términos de incuestionable valor social, sino que como llave para reforzar la competitividad y creatividad de las empresas, la que puede proporcionar beneficios en áreas como el manejo de riesgos, ahorro de costos, acceso a capital, relaciones con los clientes, manejo del recurso humano y capacidad innovativa.

En enero próximo Chile será sede de la Cumbre UE-Celac sobre Alianza para el desarrollo sustentable: promoción de inversiones de calidad social y ambiental, la que otorgará un valioso espacio para reforzar este concepto fundado sobre principios sociales y ambientales saludables, que estimulen aquellas inversiones que aceptan responsabilidades relacionadas con el estado de bienestar, derechos al desarrollo de comunidades locales y medio ambiente. Esa es la tarea que como país hemos resuelto asumir, lo que demandará una fina sintonía entre los principales actores, si la meta es convertir a Chile en el tercer país desarrollado del Hemisferio Sur (Australia y Nueva Zelanda).

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