De conveniencia propia y de interés colectivo
Rafael Rodríguez Presidente Seminarium Penrhyn International
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Rafael Rodríguez
No ha dejado de llamarme la atención lo solitaria que se ha visto a la industria de AFP en la lucha que están dando por mantener el sistema de capitalización individual. Básicamente la clase empresarial, los políticos que suscriben la libertad de formar una previsión independiente y el mundo académico, no han acudido en su ayuda. Es cierto que ha habido en privado apoyo y algunas expresiones públicas, pero como el tema no es popular, hay que tener coraje para defenderlo porque no es grato -como lo sufrió José Piñera y otros- y quizás no sea rentable para muchos hacerlo desde sus particulares conjuntos de intereses, en el corto plazo. Me gustaría recalcar esto último, en el corto plazo.
Veo un peligro en esta política de "cada uno mata su propio chancho" que se ha venido dando en forma creciente, un peligro que es potencialmente grave. En Argentina hace unos ochenta años atrás las clases más ilustradas dejaron su rol natural de liderar al país y a la política; más bien se dedicaron a disfrutar de los beneficios de haber formado un patrimonio significativo.
No por casualidad Argentina se encontraba entre las ocho economías más grandes del mundo, con un ingreso per cápita similar al de Canadá y Australia. No soy un experto en la economía y sociedad argentinas, pero personas que sí lo son sostienen la hipótesis de que si bien no es el único factor, el abandono de sus responsabilidades de una parte importante de la clase dirigente fue lo que dio espacio para la entrada de líderes populistas que terminaron con la instalación del peronismo como una fuerza dominante de la política.
Hoy el país ha perdido más de 50 lugares en el ranking de ingreso per cápita. Un par de datos que reflejan esta crisis: en cifras de poder adquisitivo de paridad (PPP), en 1980 el ingreso per cápita de Chile era de MUS$ 3,4, poco más de la mitad de los MUS$ 6,3 de Argentina. El año pasado el de Chile llegó a ser un 15% más que el de nuestros vecinos (MUS$ 23,5 vs. MUS$ 20,5).
Esta ha sido la lamentable trayectoria de un país que logró estar en el ranking top ten mundial para posteriormente descender a niveles que constituyen una de las mayores pérdidas de oportunidad del mundo. Si se quisiera cuantificar esta pérdida bastaría con promediar el ingreso per cápita de Australia y el de Canadá y restarlo al de Argentina. La diferencia equivale a una pérdida anual de MMUS$1.5 miles de millones (no hay error, está bien la cifra, en dólares del 2016).
En Colombia pasó algo similar con el narcotráfico y la guerrilla; el primero era un problema que afectaba a "otros" y el segundo era un problema del Estado y sus fuerzas armadas. Finalmente, el narcotráfico sometió a la población a un terror sin precedentes y corrompió una parte importante de la estructura social, mientras que la guerrilla terminó secuestrando, extorsionado y reclutando a la fuerza a jóvenes, afectando así a toda la sociedad, obligándola a un gasto militar gigantesco para lograr después de décadas una paz que empieza recién a ver la luz.
Dios quiera que este no sea el tipo de camino que vayamos a seguir en Chile. Para evitarlo es necesario salir de las comodidades propias y jugarse por los principios, en paz pero con valentía.