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Columnistas

¿Qué pasa con las sociedades abiertas?

Enrique Marshall Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV, Exvicepresidente del Banco Central

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 8 de marzo de 2023 a las 04:00 hrs.

La sociedad anónima abierta es un ícono de la economía de mercado, particularmente en su versión más pura. Sus antecedentes se remontan en la historia, pero emerge con claridad en el siglo XIX, como un poderoso vehículo para la promoción de la actividad económica.

Varias características interesantes se conjugan en este arquetipo del capitalismo moderno. Entre ellas, la despersonalización de las relaciones entre sus partícipes, y el acceso para pequeños inversionistas y por tanto para la “democratización” de la propiedad de las empresas.

“Llama la atención que el enorme desarrollo de las economías de mercado no haya ido acompañado con un aumento del número de las sociedades anónimas listadas en bolsa”.

Sin embargo, llama la atención que el enorme desarrollo de las economías de mercado no haya ido acompañado con un aumento del número de las sociedades anónimas listadas en bolsa. Por el contrario, lo que se observa es una declinación de ese número en casi todo el mundo. En Chile, por ejemplo, las compañías listadas disminuyeron de cerca de 300 en su punto más alto alcanzado en 1997 hasta menos de 200 en la actualidad. A nivel global, la declinación ha sido continua desde 2014 en adelante.

Son varios los factores que han contribuido a esta evolución. La riqueza financiera ha aumentado exponencialmente y han surgido nuevos instrumentos y vehículos para capitalizar empresas. Enseguida, las regulaciones han aumentado y, como resultado, el costo de funcionamiento de la sociedad abierta ha crecido. Adicionalmente, muchas empresas han optado por permanecer cerradas para tener libertad y aprovechar oportunidades, vía reorganizaciones, fusiones o adquisiciones. En ese contexto, la opción de abrirse a público se ha tornado menos atractiva que en el pasado.

También es importante tener presente que, si bien el número total ha disminuido, el valor bursátil de las compañías abiertas se ha incrementado. Muchas de ellas son matrices de grupos que comprenden a numerosas empresas filiales.

En Chile, se agregan varios factores idiosincráticos: la derogación de los incentivos tributarios para las nuevas emisiones, que fueron clave en los años noventa; la gradual declinación del interés de los inversionistas institucionales por invertir en acciones locales; la propia maduración del mercado bursátil, lo que reduce o acota los beneficios esperados por las personas para entrar a este mercado; y en lo más reciente, la reintroducción del impuesto a las ganancias de capital.

Sin perjuicio de lo señalado, cabe reconocer que los impulsos innovadores, propios de una economía de mercado, no han desaparecido y se están canalizando a través de las distintas modalidades de fondos de inversión listados en bolsa. En realidad, ellos han pasado a jugar un rol protagónico en el mercado bursátil, promoviendo la “apertura” a público de nuevos negocios.

Con todo, el tema del funcionamiento de las sociedades anónimas abiertas amerita una reflexión pensando en el futuro de la economía de mercado.

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