Las mujeres están en la línea de fuego en esta “recesión rosa”
Pilita Clark
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Pilita Clark
A menos que seas muy rico, o cuides el dinero de los muy ricos, probablemente no prestaste atención a la gran fiesta de premios de la industria de los administradores de patrimonio de Gran Bretaña del mes pasado.
Yo también lo hubiera ignorado, si no fuera porque este año los premios Private Asset Managers (gestores de patrimonio del sector privado) tuvieron un curioso roce con la controversia.
Pasó al inicio de la reunión virtual, cuando el fundador del evento, James Anderson, se desvió de los comentarios preparados sobre lo bien que iba todo el asunto del trabajo desde casa.
Él quería decir que la revelación de que el trabajo se puede realizar bien desde casa debería ayudar a las mujeres cuyas carreras han sido rezagadas debido a la maternidad. En cambio, dijo que debería ayudar a las empresas a volver a comprometerse “con una fuerza laboral altamente competente y calificada que actualmente se la ha pasado en casa con los brazos cruzados y cuidando a la próxima generación”, es decir, las madres.
Esto no fue bien recibido en todos los sectores. “Fue tan despectivo y condescendiente”, dice Jenny Tozer, socia de gestión de patrimonio con más de 30 años de experiencia en la industria. La idea de que las madres alguna vez hayan tenido tiempo de cruzarse de brazos es “ridícula”, me dijo. Este comentario fue especialmente negativo en un momento en que las mujeres están bajo más presión que nunca. Anderson explicó que, en su esfuerzo por hablar a la cámara sin notas, se equivocó. “Lo lamenté inmediatamente”, dijo, y agregó que el video de los premios se editó para eliminar la referencia a los brazos cruzados.
Independientemente de lo que uno piense de esto, espero que Anderson tenga razón al pensar que el caos desatado por el Covid-19 tiene buenas noticias para las mujeres. Ha sido inusualmente malo en muchos niveles, comenzando con la pérdida de empleos.
En el pasado los hombres que realizaban trabajos manuales fueron los más afectados por los recortes de personal durante las recesiones. Esta vez es diferente. Más mujeres tienen trabajos remunerados y han ocupado muchos de los trabajos que se están eliminando, en sectores como el retail y alojamiento. Ya se está hablando de una “recesión de ellas” en Estados Unidos, donde la tasa de desempleo en julio era de 9,4% para los hombres y de 10,5% para las mujeres.
La gente está hablando de una “recesión rosa” en Australia, donde los investigadores dicen que el número de mujeres empleadas cayó 5,3% al comienzo del brote, en comparación con el 3,9% de los hombres.
A nivel mundial, McKinsey reconoce que los trabajos de las mujeres son 1,8 veces más vulnerables a esta crisis que los trabajos de los hombres.
Otra novedad: los colegios y jardines han cerrado y las madres han tenido que cuidar a los niños. En el Reino Unido, las madres de niños en edad escolar primaria dedicaron un promedio de cinco horas al día a la educación en el hogar, según un estudio, mientras que los padres dedicaron dos.
No es de extrañar que otro informe del Reino Unido descubriera que las madres tienen 1,5 veces más probabilidades que los padres de perder su trabajo o renunciar desde que comenzó el confinamiento. Podríamos hablar sobre el hecho de que, a nivel mundial, las mujeres constituyen el 70% de los trabajadores de la salud y asistencia social, lo que las pone en riesgo de infección.
O sobre el aumento global de la violencia doméstica durante los confinamientos que la ONU ha designado como una “pandemia en la sombra”. O los datos del Reino Unido que sugieren que, antes de la crisis, la mayoría de los equipos de protección personal no estaban diseñados para adaptarse adecuadamente para las mujeres. O la noticia menos desastrosa, pero molesta, de que las mujeres de EEUU tienen el doble de probabilidades que los hombres de haber trabajado en la mesa de la cocina de sus casas durante la pandemia, mientras que los hombres tendían a tener una oficina en casa.
Por supuesto, hay otros factores además del género que se deben considerar, como la raza, la clase y los ingresos. También es obvio que los hombres también están sufriendo. Lo más alarmante es que han tenido más probabilidades de morir de Covid-19 que las mujeres en algunos lugares.
Sin embargo, los líderes masculinos también han estado mayormente a cargo y los resultados en ocasiones han sido ridículos. Sólo hay que recordar cómo un primer ministro como el australiano Scott Morrison, cuyo gabinete está repleto de hombres calvos, pensó que era razonable limitar las citas en la peluquería a sólo 30 minutos.
Eso es sólo un pequeño recordatorio del hecho más grave de que todavía estamos aprendiendo sobre cómo se están distribuyendo las cargas de esta crisis y cómo difiere en comparación con las crisis pasadas.