Padres bacanes
El próximo domingo 17 se celebra el día del Padre. Lo he escrito antes...
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El próximo domingo 17 se celebra el día del Padre. Lo he escrito antes: Celebramos poco y regalamos poco, por lo que apoyo esta celebración. Nos hace bien que nos muevan a mostrar plásticamente nuestro aprecio por los demás y a sacarnos de las puras buenas intenciones.
La verdad, la figura paterna no tiene buena prensa en nuestra patria. En un país donde más de la mitad de los niños nace fuera del matrimonio y la tasa de abandono familiar no es menor, los bonos paternos van ostensiblemente a la baja. Una figura más que desacreditada, casi caricaturesca. Antes de decir “padre” hay que pensarlo dos veces y agregar inmediatamente el adjetivo “bueno” para saber de qué estamos hablando. Lamentablemente, no es obvio que sean buenos los padres a los que nos queremos referir. La sola palabra despierta tanto incomodidades, perplejidad y dolor como alegría, seguridad y paz.
La imagen del padre acompaña de por vida. Es la primera imagen de Dios Padre para un hijo. Puede ser seguro, luz y aliento como dolor, desconsuelo y rabia. No es un asunto de mayor dinero, poder o influencias. Cuando se lo menciona, pocos se refieren a su legado material. Lo que sale a relucir es el buen ejemplo, el cariño y apoyo. “No concibo ninguna necesidad tan importante durante la infancia que la necesidad de sentirse protegido por un padre” dice una conocida frase de Freud. En esto, no me cabe más que apoyar a su certera observación. “Denme un hombre hasta los cinco años y tengo un hombre para toda la vida”, dice un sabio dicho jesuita. Si esto, en el tiempo de la educación de una persona es importante, cuanto más lo será la presencia paterna durante el inicio de la vida y buena parte de ella. Un buen padre vale por 100 maestros. La mejor educación nunca podrá suplir la compañía ejemplo de un buen padre.
Pero ¿qué se espera de un buen padre? Los reclamos los conocemos. Por de pronto, mayor atención a los hijos. Esto supone invertir en “tiempo real”, no virtual. Es falso eso de “calidad de tiempo” antes que cantidad. El hacer cosas juntos; perder el tiempo si es necesario, será mucho más valioso que decenas de regalos. Luego, hacer sentir valorado, respetado y admirado al hijo. “No es la carne y la sangre, sino el corazón lo que nos hace padres e hijos”, dice Schiller, escritor alemán. La verdadera paternidad es la que se conquista y construye día a día. En resumen, vive de modo tal que, cuando tus hijos piensen en la justicia, integridad y respeto, piensen en ti. Y ya tendrán buena parte de la tarea cumplida.