Conviene dejarse evaluar

Padre Hugo Tagle

El gobierno presentará un proyecto para suspender la evaluación docente. Supongo que será por la situación excepcional de la pandemia y, espero, luego se repondrá. Como sea, da pie para una reflexión en torno al punto.

Todos somos constantemente evaluados. Evaluamos cada cuatro años a nuestras autoridades, gobiernos, alcaldes, políticos. Experimentamos personalmente la evaluación en nuestros trabajos, entre amigos, en el deporte. Las encuestas también son una suerte de evaluación de desempeño. O incluso el chequeo médico regular, que hace bien y salva vidas.

“Sin duda se deben perfeccionar estas herramientas pedagógicas de medición, pero se les hace daño a los profesores al no evaluarlos”.

Es más, estimado lector, hágase evaluar por sus pares regularmente. Si ello no es por un camino formal, al menos hágase “chequear” por sus colegas de trabajo en alguna pausa, tras un largo trabajo, a fin de mes o en torno a un café. Atreverse a preguntar cómo lo estoy haciendo, qué podría hacer mejor o dejar de hacer; sobre mis fortalezas y defectos, ayuda enormemente.

De hecho, tome más en serio las críticas que los halagos. De las primeras aprenderá mucho más que de las palabras zalameras que le puedan dirigir. El mayor de sus críticos debe ser usted mismo. Junto con apreciar sus buenas cualidades, busque caminos concretos de corregir sus defectos.

No tome a mal las correcciones que le hagan. “Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas”, dice Tácito, historiador romano. Quien nada hace, nada teme. Menos ofenderse ante una corrección que nos puede salvar de tropiezos mayores. En efecto, aunque algunas críticas nos parezcan mal intencionadas –hay quienes ven siempre lo negativo en otros y están esperando los errores para reprochárselos– siempre se aprende algo de ellas.

Es fácil caer en una cierta complacencia, creer que se sabe y domina todo.

Eso sí, coincido en que las evaluaciones como la docente y otras parecidas deben ser camino de perfeccionamiento, crecimiento y desarrollo de la persona evaluada. La idea es terminar haciendo la tarea –las clases, en el caso de los profesores–, mejor que antes. Sin duda se deben perfeccionar estas herramientas pedagógicas, pero se les hace daño a los mismos profesores al no evaluarlos, ya que su desempeño mejorará tras estos años duros y con una buena evaluación.

Pero junto con evaluaciones malas, debemos cuidarnos de las críticas destructivas. “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?”, nos dice Jesús. Si vamos a corregir, que sea con caridad y delicadeza. Una buena corrección a tiempo, puede ser una gran ayuda. Aprendimos algo de esta evaluación docente.